En un siglo y medio de existencia deben ser varios los rasgos distintivos que han singularizado, en diferentes periodos, a los miles de estudiantes que egresaron del Ateneo Fuente.

Una notable característica, sin duda, es el orgullo que los ateneístas sienten por haber estudiado en las aulas de ese magnífico edificio, piedra angular de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Para un egresado es imposible dejar de mencionar, a la menor provocación y sin ningún grado de modestia, que somos bachilleres del Ateneo Fuente. (Inevitable la tercera persona del plural).

HISTORIA

El superlativo orgullo por pertenecer a una excepcional, insigne y privilegiada institución como nuestro colegio se sustenta en una historia tan heroica como venerable.

El mismo decreto que creó al Ateneo Fuente en 1867, se convirtió en la base para impulsar la educación tras el triunfo de la República, la Ley Reglamentaria de Instrucción Pública del Estado.

Intelectual y político que tomó las armas para unirse a la causa liberal, en la inauguración del Ateneo el entonces gobernador de Coahuila, Andrés S. Viesca, dibujó la montaña a conquistar.

“Fundar sobre bases sólidas y convenientes un Plan ordenado de Estudios que abrace gradualmente las ramas del saber humano, echando así los cimientos de la verdadera grandeza y prosperidad del Estado”, planteó.

El reto para el cuerpo académico no era menor: “inculcar en la juventud conocimientos útiles y orientados con ideas de progreso y moralidad, tan necesarias para el adelanto y bienestar social”. 

No es necesario recordar las decenas de nombres de ateneístas que han forjado capítulos especiales de la historia de México en todas las áreas: política, guerra, literatura, artes, ciencia…

ESCUDO

La actual Escuela de Bachilleres Ateneo Fuente transformó la vida de Saltillo. La antorcha ateneísta, incluso, aparece en el escudo de la ciudad junto con otra que simboliza a la Revolución. 

La insignia del colegio es obra de Francisco Sánchez Uresti, maestro de dibujo, quien concibió una imagen sobria: la palabra “Veritas” sobre la flama de una antorcha y guirnaldas de laurel.

El escudo de armas del Ateneo fue creado en 1917, y en él predominan los colores rojo y blanco,  nuestros colores distintivos desde hace 100 años.

DANESES

La formación de un equipo de futbol americano para que los ateneístas enfrentaran a los “Buitres” de la entonces Escuela de Agricultura Antonio Narro, generó el nacimiento de nuestra mascota.

Otoño de 1949, el Ateneo no tenía uniformes, equipo ni mascota para ir al emparrillado del Estadio “Saltillo”. Entonces Rubén Ortiz, del Bachillerato de Ingeniería, resolvió el problema.

Ortiz era dueño de un Gran Danés. El gran danés, dogo alemán o alano alemán es una raza gigante, considerado el “Apolo entre todas las razas” por la Federación Cinológica Internacional.

Desde ese juego nació el nombre de la mascota que hasta hoy identifica a los ateneístas: Daneses.

EDIFICIO

Desde que el entonces gobernador, Nazario S. Ortiz Garza, decidió construir una sede digna de la trayectoria –y del porvenir– del Ateneo Fuente, se concibió como una edificación emblemática.
El plantel, un imponente edificio art decó, empezó a construirse el 25 de abril de 1932 y, muy pronto, poco menos de año y medio, se inauguró, durante las Fiestas Patrias de 1933.

Originalmente, el área construida del edificio en sus cuatro plantas fue de 26 mil metros cuadrados, sobre un lote de 9.7 hectáreas. 
La planta física se modificó y aumentó con la construcción de seis edificaciones más. En los años 60 y 70, las fiestas de graduación y coronación de la Reina, se realizaban en sus terrazas.

Ya en las décadas de los 80 y 90, otras tradiciones de la comunidad estudiantil vivieron sus últimas ediciones: los Entierros del Mal Humor y los Desfiles Chuscos.

Además, en ese tiempo se permitieron las últimas novatadas, en las cuales los alumnos de nuevo ingreso eran trasquilados para ser “pelones” al menos el primer semestre de clases. 

*Generación 115 / 1980-1982