¿Elector o Ciudadano?
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¿Elector o Ciudadano?
“…ahogarse en el abismo; sea paraíso o infierno, ¿quéimporta?, porque a través de lo desconocidoél(hombre moderno) siempreencontrará lo nuevo”.
Baudelaire
Los vientos de la modernidad política ondean en México. La política, la democracia y la alternancia; ayer conceptos insospechados, hoy son parte de nuestro vocabulario cotidiano. Las elecciones son recurrentes para modelar esos conceptos, pero ¿quién da continuidad a la participación electoral ligada a la participación ciudadana? Nadie.
Hoy exigimos nuestro derecho de entrada a la modernidad política pero no pensamos en la responsabilidad de largo plazo que implica la misma. Optamos por ser electores, antes que aprender a ser ciudadanos. Exploramos la gratificación presente; sin pensar en el después. Con mentalidad consumidora elegimos entre candidatos, tan rancios como nuestro propio desarrollo político como nación. Mientras dejamos nuestras comunidades al garete.
Después de las siguientes elecciones, arribaremos a las mismas conclusiones. No entraremos a una nueva era. La democracia no sanará todo. Lo que acontezca, será sólo una etapa del pesaroso caminar hacia la imposible democratización de nuestra vida pública, por estar ausente la ciudadanía.
Por ello, nuestra cultura política debe acelerarse para tornarse moderna, no sólo en el sentido electoral del término, sino también ciudadana. Es importante que el elector participe de manera racional e informada; y exija, a la par, cual ciudadano responsable y crítico una mayor incidencia en el gobierno de su municipio, para asegurar que sus impuestos —de manera transparente— mejoran su calidad de vida cotidiana.
Este elector/ciudadano tendrá el poder de destruir la teodicea religiosa del milagro, misterio y autoridad que gobierna nuestras mentes y amplifica nuestros miedos; para crear un mundo mejor del que hemos perdido. Porque haces tuyas las palabras de Nietzsche cuando dice, que “el hombre moderno debe creer en su fuerza interior para no permitir ser absorbido por la fortaleza de las instituciones modernas o sus representantes”. Porque bien sabe, que es preferible un futuro abierto a la lucha por la dignidad y la justicia solidarias, que reciclar un pasado cierto, pero resignado a la impotencia y el desahogo ante un contexto desesperanzado y autoritario.