¿Elecciones digitales?

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¿Elecciones digitales?

Muy pronto habrá elecciones en Coahuila, serán las primeras de la historia con una gran intensidad digital. La contienda se ha trasladado desde la plaza pública, las colonias y barrios, a las plataformas digitales, concretamente a las redes sociales. El cambio ya se veía venir de tiempo atrás, pero al irrumpir la pandemia, el cambio queda sellado y confirmado. Cuidar la salud es razón más que poderosa para confinar debates, pasiones y preferencias políticas a nuestros teléfonos o computadoras. Quienes no tengan acceso a estos artefactos quedarán relegados, mucho más relegados que antaño.

Las redes han servido para nivelar la cancha del debate político, han mermado mucho recurso económico a las televisoras y generan información valiosa para procesarla como electores, como actores soberanos, como pueblo. Las redes son meras plataformas, ni más ni menos, herramientas, instrumentos en nuestras manos que lo mismo pueden servir para hacer mucho bien, o para hacer mucho mal. Algo parecido sucedió con la aparición de la imprenta. Divulgó el conocimiento como nunca antes, pero no faltaron mentes malignas que le encontraron otros usos.

Sobre los procesos electorales digitalizados, ubico tres cuestiones que abonan negativamente y que conviene cuidar y contrarrestar: las fake news, la deep fake y la superficialidad. Las fake news son noticias falsas, calumnias puestas en circulación para difamar a un adversario. Mientras el adversario se entera, reacciona, se defiende, desmiente las calumnias o procede legalmente, la calumnia ya surtió efecto, el daño ya está hecho. No es nuevo el dicho: “calumnia que algo queda”.

El proceso es perverso y nocivo por donde quiera que se le mire, la única manera de equilibrar o compensar los daños consiste en buscar o inventar pecados. La réplica debe construirse y procesarse casi de inmediato para neutralizar el ataque y obtener un efecto proporcional a los daños. Lo menos que se busca es emparejarse con el adversario y, de ser posible, obtener alguna ventaja. Es la conocida batalla de lodo en la que todos pierden.

Creo que la deep fake aún no está tan enraizado en México. En la contienda por venir veremos y diremos si llega a arraigarse. Consiste en construir una noticia falsa, usando para ello la imagen y las tonalidades de voz del adversario, de manera tal que se divulga como si el mismísimo adversario o un tercero allegado a él, dijera algo que nunca dijo haciendo parecer a todas luces que sí lo dijo.

Así de perverso es este juego. Como en el caso de las fake news, el afectado debe reaccionar de inmediato, generalmente el desmentido no es suficiente, por eso la tentación de contraatacar con las mismas armas, con lo que se genera un círculo vicioso que degrada el juego democrático, confunde y desmoraliza al electorado. Más pronto que tarde acabamos viviendo una competencia política de pura fantasía, sin propuesta, sin debate, sin argumentos, pero con mucho lodo. Todos pierden.

Finalmente percibo que la superficialidad invade e impregna todo. Resulta materialmente imposible procesar y reflexionar la enorme y fluida masa de información que circula en las plataformas y redes relacionadas con el proceso electoral, el elector se queda sólo con el slogan barato, el chisme banal y el escándalo del momento. Imposible reflexionar, más que nunca el voto se define con las emociones y el debate, de algún modo habremos de llamarlo, girará en torno al insulto, el denuesto y la descalificación.

@chuyramirezr
Jesús Ramírez Rangel
REBASANDO POR LA DERECHA