Elecciones Coahuila 2021 | ¿Quién es el ciudadano promedio en México?

México se encuentra en un complejo proceso de construcción de ciudadanía que se caracteriza, en términos muy generales, por una desconfianza en el prójimo y en la autoridad

En 2015, el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Colegio de México publicaron el estudio “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México”, único en su tipo debido a que en 2020 sería actualizado, pero las condiciones generales de la pandemia lo retrasaron.

El objetivo fue presentar un instrumento que pudiera servir de punto de partida para la reflexión y definición de proyectos, y eventuales estrategias a largo plazo, para desarrollar las habilidades y competencias que les permitan a las y los ciudadanos asumirse como titulares de derechos e incidir de manera informada en la vida pública.

La semana pasada este espacio retomó información de dicho reporte —así como de otras publicaciones del INE— y hoy presentamos, a manera de conclusión, ¿quién es el ciudadano promedio en México?

Lo que muestra el “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México” es que, en el plano normativo el respeto a la ley aparece como una cualidad deseable y un valor importante para los mexicanos, pues 53% de los encuestados respondió que las personas siempre deben respetar las leyes.

No podemos hablar de ciudadanía sin hacer mención de la dimensión participativa. La participación política es una dimensión decisiva para la democracia por dos razones: la movilidad política —que los ciudadanos puedan, partiendo desde abajo, ascender a posiciones de gobierno o representación mediante su participación—, y la influencia de los ciudadanos sobre quienes toman las decisiones. Por lo tanto, un sistema con escasa participación teóricamente tiene un impacto negativo sobre la rendición de cuentas de los gobernantes y sobre la igualdad política de los ciudadanos para contar como actores relevantes.

Si bien la participación electoral es solo una de las modalidades posibles de participación, en los regímenes democráticos sus consecuencias son inmediatas y significativas. México no se encuentra muy lejos de las cifras de democracias consolidadas. Este dato contrasta con el muy bajo nivel que tiene el ciudadano promedio de eficacia política, es decir, su capacidad para influir en lo que hace el gobierno. En cambio, en otros tipos de participación sí podemos afirmar que los mexicanos participan poco.

El porcentaje de individuos que dijeron involucrarse en algún tipo de participación política diferente del voto va de 12% para la asistencia a una reunión de cabildo, a 2% en la participación en una huelga. Todas estas cifras se encuentran muy por debajo de las de democracias consolidadas.

Es interesante señalar que, con excepción de la edad y el sexo en el caso del voto, las variables sociodemográficas no tienen efecto sobre la probabilidad de involucrarse en otro tipo de acciones políticas. La región Sur es donde los ciudadanos son más contestatarios, pues ahí se firman más peticiones en señal de protesta (58%) y se participa más en manifestaciones o protestas públicas (68 por ciento).

DESCONFIANZA, EL RETO A SUPERAR

Es muy probable que una de las razones por las cuales la participación política es limitada en México tenga que ver con la desconfianza y la desvinculación, de ciudadanos entre sí y entre ciudadanos y gobierno.

Por un lado, los ciudadanos mexicanos no se sienten representados, no tienen confianza en los actores clave de la democracia ni en las instituciones teóricamente más cercanas y visibles del Estado: los partidos políticos (19% confía mucho y algo), los diputados (17% confía mucho y algo) y la policía (32% confía mucho y algo). Por el otro, la desvinculación de los mexicanos se comprueba por la bajísima pertenencia a asociaciones (46% de mexicanos reporta nunca haber formado parte de una asociación de ningún tipo) y porque dos tercios de ellos (65%) no disponen de ninguna relación que constituya un contacto de intermediación para acceder a la justicia, al gobierno, o a recursos políticos o comunitarios.

En resumen, México se encuentra en un complejo proceso de construcción de ciudadanía que se caracteriza, en términos muy generales, por una desconfianza en el prójimo y en la autoridad, especialmente en las instituciones encargadas de la procuración de justicia; su desvinculación social en redes que vayan más allá de la familia, los vecinos y algunas asociaciones religiosas; y su desencanto por los resultados que ha tenido la democracia.

 

Nota: este texto es una síntesis de información contenida en “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México”, publicado por el INE y el Colegio de México.