Elecciones Coahuila 2021 | Democracia y gobiernos municipales en México (III)
En México, la sucesión del poder local es todavía un proceso inacabado. Mantiene vicios que soslayan la democracia local. Los gobernantes en turno y sus equipos saben bien que al dejar el gobierno, la subsecuente administración podría hacerlos rendir cuentas quizá de formas que pongan en riesgo sus carreras políticas o su integridad personal.
Ante la inexistencia de un sistema que ofrezca un cauce pacífico y ordenado para el proceso de rendición de cuentas, este recorre tramos de encono social inconveniente para cualquier parte.
No extraña que los gobernantes entrantes dejen pasar las exigencias de la sociedad para investigar a sus antecesores. Tampoco extraña que los gobernantes salientes intenten negociar una salida al mismo tiempo que desactivan cualquier intento de sometimiento futuro.
A nivel municipal la práctica de los gobernantes salientes para mitigar los riesgos se extienden hasta los procesos de entrega-recepción. Se modifican archivos, se borran expedientes, se pierden datos y muchas veces se esconde o desaparece utilería de trabajo como maquinaria y vehículos, entre otros.
El saliente entrega una administración amoldada para ocultar las capacidades limitadas o los vicios de la gestión. Se trata de una institución informal de nuestros gobernantes que se agrava naturalmente si la sucesión corre por el lado de la alternancia.
RENDIR CUENTAS, ANTES QUE REELECCIÓN
En México, las últimas tres décadas han sido intensas en sucesión política con alternancia gracias a que el marco legal no permitía la reelección. Sin embargo, recientemente se aprobó una reforma que permitirá a los presidentes municipales optar por ella; dicha medida probó sus primeros efectos en el 2018.
En teoría, la reelección ofrece oportunidades para que los “buenos gobernantes” se mantengan en el poder. Asimismo, sirve para ejercer un voto retrospectivo, promover mejoras continuas en los servicios públicos, acercar al presidente con la ciudadanía, y ahorrar recursos en la capacitación de sus funcionarios.
Para los críticos más agudos, el problema con la reelección es que, por principio, el acceso democrático al poder local todavía no se resuelve democráticamente en las elecciones, y, por tanto, los beneficios de una reelección no podrían apelar al mismo mecanismo al que están sujetas las elecciones municipales.
Los riesgos más palpables son que los funcionarios se dediquen al proselitismo de manera permanente, la consolidación de una burocracia poderosa y discreta en sus actos, y la elusión de la rendición de cuentas.
El adecuado funcionamiento de la reelección pasa en gran medida por el compromiso, el profesionalismo y la ética que asuman los integrantes del ayuntamiento. Los escépticos de la reelección consideran que habría primero que rendir cuentas y luego instaurar la reelección a nivel local. ¿Acaso la relación puede ser invertida?
La reelección por sí misma no arreglará los problemas de la sucesión. Lo hará siempre y cuando sirva como mecanismo para que el gobierno municipal rinda cuentas de sus actos. Si reflexionamos un poco sobre las causas de una sucesión problemática, una de ellas es que no es posible rendir cuentas si las administraciones no tienen algo que rendir.
El argumento parece trivial, pero su fortaleza está en su simplicidad: si las administraciones públicas locales no documentan sus procesos de toma de decisiones; si no hay evidencia de sus actos y por tanto no se tienen expedientes cuyo contenido señale el proceso de gobernar, la rendición de cuentas es imposible y la manipulación de la información es factible.
Al momento de la sucesión, las autoridades salientes demuestran una imagen a la carta, precisamente porque de origen no hubo expedientes con qué contrastar la gestión y valorar el desempeño.
¿Será la reelección un mecanismo que pueda hacer a los gobiernos locales rendir cuentas y por tanto mejorar los procesos de sucesión? La pregunta encierra una paradoja: reelección y sucesión se antojan similares, pero una es continuidad y aprobación, la otra, terminación y cambio.
Si el voto otorgado para quienes se reeligen corre por el lado de mejorar la experiencia democrática, es decir, por el camino de la legitimidad y la confianza, y si estas son resultado de una gestión más abierta, transparente e incluyente, no hay duda de que la reelección puede servir para mejorar las instituciones de la sucesión.
*Nota: este texto es una síntesis de la publicación: “Democracia y gobiernos municipales en México: de la política a las políticas”, de Oliver D. Meza, publicado por el INE como parte de su colección “Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática”.Los riesgos más palpables son que los funcionarios se dediquen al proselitismo de manera permanente, la consolidación de una burocracia poderosa y discreta en sus actos.