Elección, pantano y traición

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Elección, pantano y traición

El ciclo presidencial de Trump llega a su fin. El gran disruptor —elegido en 2016— termina crucificado en 2021. Sus revoltosos del Capitolio, sin embargo, lo aman más que nunca.

El pecado imperdonable de Trump es haber atacado “el pantano” de Washington. Enfrentó un sistema de gobierno que ha desarrollado complicidades ancestrales entre políticos republicanos y demócratas. Con la irrupción como excusa, los senadores republicanos cortaron las objeciones contra el fraude que traían redactadas.

El otro enemigo vengativo de Trump es el estado profundo: la gran burocracia desarrollada durante décadas, y fortalecida por los ocho años de gobierno de Obama. Con razón se aletargaron las investigaciones sobre la conspiración contra Trump candidato y Trump presidente. El estado profundo también escondió evidencias que hubieran sido defensa en el juicio contra Trump.

La suerte de Trump me recuerda la traición del PAN contra Manuel Clouthier. Tras el fraude de 1988, yo le dije a Manuel que siguiera peleando: las actas no aguantaban un análisis serio. “Maquío” consultó con los jerarcas del PAN, pero estos lo dejaron colgado. Ellos ya lo habían exprimido: preferían asegurar 101 diputados federales.

Trump igual. Los republicanos le sacaron provecho de una y mil maneras. Reconstruyó el partido, les ayudó a ganar elecciones y sentó tres ministros conservadores en la Suprema Corte. Construyó el muro, frenó en seco la inmigración ilegal y defendió la libertad, la religión y las armas. Hasta peleó por el himno, la bandera y la Navidad.

A la hora de su reelección para 2020 sin embargo, jueces federales que él nombró desecharon oír las demandas de fraude bajo pretextos legaloides. ¿Cuál es el hilo conductor de todos los eventos? Fue un fraude electoral tolerado. Finaliza con una notoria debilidad en la seguridad que dejó sin protección al recinto donde sesionaba el Congreso. Resultado: con la trifulca, fueron retirados los discursos sobre las evidencias de fraude.

No es disparate pensar que a muchos republicanos les dio miedo deberle tanto a Trump; y total terror que pudiera tener cuatro años más para drenar el pantano a fondo. La esposa del líder republicano del Senado, Mitch McConnel, Elaine Chao, tiene una naviera que depende del comercio con China… y era secretaria de Transporte. Acá, algunos litigantes panistas se hicieron multimillonarios con Salinas.

Uno de los congresistas dialogó con uno de los revoltosos durante la trifulca. Narra que el intruso, al reconocerle su acento, le dijo: “Tú eres de Texas, deberías estar de nuestro lado”. La división del pueblo en Estados Unidos es muy profunda.

En Texas y Florida, por ejemplo, prevalecen los defensores del voto y de la Constitución como está escrita desde hace más de doscientos treinta años. California y Nueva York, albergan la nueva cultura: la Constitución fue redactada por “dueños de esclavos” y es un estorbo para una agenda socializante.

Con la influencia de universidades, los grandes medios, Hollywood, los superricos y adicionalmente las redes sociales, más de la mitad de los jóvenes universitarios se consideran pro-socialistas. Votaron por Biden con singular entusiasmo.

¿Ganaron limpiamente los demócratas? No creo. Para un caza mapaches electoral como yo, el fraude electoral deja demasiadas huellas. Peter Navarro, asesor comercial de Trump, las documenta en detalle. Sus estudios revelan cómo los contrarios planearon impedir la reelección y fustiga a los “tontos útiles” que lo facilitaron.

La elección extraordinaria en Georgia del 5 de enero, sentará a dos comunistas confesos en el Senado. No creo que su apretado triunfo sea casualidad. A decir del abogado John Eastman, es un fraude calibrado por computadora. De nuevo, al pantano no le interesa investigar.

Trump le dio a probar a los americanos una prosperidad que todos decían era imposible alcanzar. Luego, auxiliados por el virus, el pantano impidió su reelección. Hasta lo borraron de Twitter y Facebook. Como Clouthier, tras la elección vino la traición, y Trump no se rinde.

javierlivas@gmail.com