El viejo barrio estudiantil en la calle de General Cepeda

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El viejo barrio estudiantil en la calle de General Cepeda

La céntrica calle conocida con el nombre simple de “General Cepeda”, antes de Santiago, y bautizada después “General Victoriano Cepeda” en homenaje al valiente militar y gobernador coahuilense, es una de las más viejas de Saltillo. La antigua y angosta arteria inicia en el norte por los rumbos del bulevar Coss y se prolonga hacia el sur hasta mucho más arriba de Escobedo. Durante las primeras décadas del siglo 20, el tramo más céntrico de dicha calle, tres o cuatro cuadras, jugó papel protagonista en la vida de la apacible ciudad que era entonces Saltillo, por ser un barrio eminentemente estudiantil, además de acoger las residencias de reconocidas familias saltillenses, como la del famoso maestro de dibujo del Ateneo Fuente, don Francisco Sánchez Uresti, legada a sus hijos Adolfo y Carolina Sánchez Ramos, maestro él también del Ateneo y maestra de piano ella; y la casa de la familia García de Letona, conocida después como casa Figueroa, convertida en el Museo Rubén Herrera.

El barrio tenía gran movimiento de jóvenes y familias. Las cuadras que inician en la calle de Pérez Treviño y hacia el sur cruzan las de Aldama y Juárez y se prolongan hasta el cruce con De la Fuente, tuvieron gran movimiento gracias a las escuelas establecidas sobre la calle y a un lado de la placita Madero. El Ateneo Fuente fue la institución educativa más grande, asentada al lado sur de la placita de San Francisco y, quizás, la de más movimiento por sus numerosos estudiantes y maestros. Una cuadra al norte de la plaza, en la esquina de Aldama y General Cepeda, se estableció en 1885 el Colegio La Purísima, fundado por religiosas del Verbo Encarnado para la educación de niñas y señoritas. Muy cerca de ahí, casi enfrente, por la calle de Aldama, se había inaugurado un año antes el Instituto Madero, escuela bautista que ofrecía educación primaria y normal también a la población femenina.

En el barrio se asienta la antigua y conocida plaza de San Francisco, de gran tradición para los saltillenses, llamada a principios del siglo pasado plaza de “San Quiquito” por aquello del sobrenombre “Quico” aplicado a los Franciscos, y todavía más atrás, plaza de Santiago por ser ese el nombre antiguo de la calle de General Cepeda. Aunque oficialmente se llama Plaza Zaragoza, nadie la conoce como tal, pues tomó el nombre de la antigua iglesia frente a la que está situada.

Ubicada entre las calles de General Cepeda, Ateneo y Juárez, y flanqueada al lado oriente por el templo católico de San Francisco y la iglesia bautista, la placita se habilitó en los terrenos que antiguamente pertenecieron a los franciscanos y pasaron a ser propiedad de la nación por las leyes de desamortización de los bienes religiosos. El 1 de febrero de 1868, después de tres meses de su fundación, el Ateneo Fuente se alojó en el antiguo convento franciscano, después Colegio Público dirigido por el padre Manuel Flores, edificio que se levantaba al lado sur de la placita, convertido hoy en una amplia extensión de la plaza de San Francisco. La noble institución educativa vino a enriquecer la vida de la placita y por extensión la del barrio mismo, debido a que maestros y estudiantes hicieron de ella su lugar de reunión. Las familias saltillenses se reunían ahí los jueves en la noche para asistir a la serenata, los jóvenes paseaban en los corredores, las señoras ocupaban las bancas y los señores hacían tertulia en la contigua Farmacia de Guadalupe.

Frente a la esquina sudoeste de la plaza había una tienda de barrio, donde, dice don Pablo Cuéllar, vendían a centavo unos deliciosos jamoncillos. Por los años cincuenta, el propietario era don Simón Alvarado y seguía vendiendo jamoncillos. La esquina se transformó conservando su antigua fachada para alojar al interior una de las llamadas tiendas de conveniencia. Hoy, el barrio es todavía de gran movimiento y sede de algunas escuelas particulares.