El Trump Mexicano
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El Trump Mexicano
Como mexicano orgulloso que vive en Estados Unidos, me ha tocado vivir el proceso electoral americano de muy cerca y quiero compartir lo que siento después de ver los resultados, tal vez como terapia para mi mismo.
Para nosotros los mexicanos es difícil entender qué es lo que a México le conviene cuando Estados Unidos elige a sus gobernantes. Mucho depende de si vivimos en México o en Estados Unidos, de nuestro estatus migratorio, de si tenemos doble ciudadanía, de nuestro nivel socioeconómico o educativo, de nuestras creencias religiosas o valores, de nuestro oficio o empleo, de si tenemos familiares en ambos lados de la frontera. La afiliación o preferencia que los americanos tienen a sus dos principales partidos es muy difícil de comprender para los mexicanos, especialmente porque en México los partidos y los políticos responden primero y con más fuerza a sus intereses y muy poco a la doctrina o ideales históricos de los partidos. En México tenemos partidos (y políticos) que son de derecha, de izquierda o ambidiestros según convenga. Los temas de la agenda se basan en ocurrencias y la posición de cada partido depende de dónde estén sentados. En Estados Unidos, la ideología liberal o conservadora es mucho más arraigada y determina desde muy temprana edad a qué partido el ciudadano apoyará durante su vida.
Claro que raza, religión, género, urbano vs. rural, más o menos armas, derechos de la mujer vs. derechos del bebé, más vs. menos gobierno, más vs. menos impuestos, etcétera, determinan en gran medida hacia qué lado cae la preferencia partidaria y eventualmente el voto. Si acaso, uno de los pocos temas en los que aparentemente azules (demócratas) y rojos (republicanos) están de acuerdo es en querer legalizar la mariguana.
Sin embargo, es muy fácil que palabras y generalizaciones como las que Trump dedicó a los mexicanos desde el primer día de su campaña generen un sentimiento de unidad que pocas veces sentimos. Trump generalizó sobre los mexicanos para movilizar a su base electoral. Es claro para ellos y para nosotros que la gran mayoría de los mexicanos no somos “Bad Hombres”. No importaron los porcentajes, las estadísticas reales, lo positivo que en general traemos los mexicanos a Estados Unidos; Trump estaba en campaña como cuando nuestros políticos mexicanos hacen la suya, y en ambos lados de la frontera quien quiere ser electo tiende si no a mentir, al menos a estirar su versión de la verdad. Trump culpa a los mexicanos de los problemas en Estados Unidos como los mexicanos queremos ahora culpar a Trump (o a Estados Unidos) de los nuestros.
Ver a Trump como el principal peligro para México es cegarse a la realidad y querer pretender que nuestros problemas no son nuestros y siempre son exógenos, creados por alguien más, como por décadas nuestros gobernantes nos han hecho creer. Desde López Portillo que quería defender al peso (como un perro) de los especuladores internacionales, hasta Peña Nieto que no ha tenido escasez de excusas: el tipo de cambio, las tasas, la renegociación del NAFTA, el precio del petróleo y ahora su “amigo” Trump. No nos hagamos tontos, el principal problema de México está dentro de México y es la corrupción y nuestra inhabilidad para deshacernos de funcionarios, gobiernos y partidos patito que nos quieren mantener quietos a base de espejitos.
De pronto veo a conocidos y desconocidos mexicanos poblar con comentarios escandalosos las redes sociales. Pintan a Trump como el mal de todos los males; es el fin del mundo para ellos. Muchos de quienes comentan no se atreven a ver que los mexicanos tenemos a alguien como Peña Nieto de presidente y a Manlio Fabio o a Gamboa Patrón dirigiendo la política nacional por 20 años a base de lonches, despensas y tarjetas Monex o Soriana. Que ni Fox, ni Calderón pudieron cambiar al País, que muy probablemente ni López Obrador, ni Osorio Chong, ni Margarita son la solución y que nuestra mejor opción puede ser un Trump mexicano con apoyo decidido de la mayoría silenciosa y separado de los partidos y políticos de siempre. La principal virtud de Trump, y por la que fue electo, a pesar de su poca profundidad intelectual y a pesar de su constante escupir de tonterías y mentiras, es que luchó contra el sistema (el establishment) y convenció a la clase media olvidada que las cosas pueden cambiar con una agenda nacionalista y con menos Gobierno. Probablemente Trump ya nos hizo, sin querer, el primer favor a los mexicanos; volteemos hacia adentro, busquemos ese orgullo de ser mexicanos y hagamos las cosas diferente si queremos tener resultados distintos.