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El terrorismo marca la agenda de Obama
Washington. El miedo al terrorismo marca el último año del demócrata Barack Obama en la Casa Blanca. El presidente de EU, que llegó al poder con la intención de pasar página a la era del 11-S, prepara su marcha con el temor a más atentados en el país y sin concluir las guerras de su antecesor, el republicano George W. Bush. Con un margen de maniobra limitado, Obama dedicará el año a afianzar su legado para evitar que, tras las elecciones del 8 de noviembre, un sucesor republicano lo deshaga. “Nuestro trabajo más importante es mantener América segura”, dijo a la prensa antes de partir a Hawái de vacaciones.
Los sondeos muestran que, tras los atentados de París y San Bernardino (California), el terrorismo vuelve a ser la primera preocupación de los estadounidenses. El último debate entre los aspirantes a la nominación del Partido Republicano, el martes, se convirtió en una competición para ver quién sería más agresivo contra los terroristas. Esta semana se han cerrado durante un día las escuelas de Los Ángeles, por una falsa amenaza, y otras ciudades, como Miami y Nueva York, han recibido amenazas similares. Desde el atentado múltiple del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) en París, el 13 de noviembre, Obama ha repetido las apariciones públicas, con un mensaje casi idéntico: llamamiento a la calma y al respeto a los musulmanes, y defensa de la actual estrategia de EU contra el ISIS en Siria e Irak. El ataque de San Bernardino, el 2 de diciembre, como los de París, se ha vinculado al ISIS.
En su viaje a Hawái, donde nació, Obama iba a hacer escala en San Bernardino para reunirse con familiares de las víctimas.
No es el mismo ambiente, ni de lejos, que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, que dejaron unos 3 mil muertos en Estados Unidos. Pero el regreso del terrorismo al centro del debate político tiene un aire a la década pasada. Obama no logra pasar página. La prueba es que, aunque con muchas menos tropas, EU sigue presente en las dos guerras que el presidente Bush inició tras el 11-S. El repliegue de Afganistán no se ha completado. Y en Irak, tras la retirada total en 2011, Estados Unidos tiene ahora a 3 mil 500 militares allí y lleva más de un año bombardeando posiciones del ISIS, como en Siria.
A Obama le llaman un guerrero reticente. No quiere volver a desplegar decenas de miles de tropas, como Bush. Le habría gustado dedicar su presidencia a culminar el giro hacia Asia-Pacífico. Oriente Próximo le ha atrapado, a su pesar. Pero su estrategia sigue siendo la de un comandante en jefe reticente, con una estrategia que evita un despliegue terrestre y reconoce la complejidad de derrotar con fórmulas sencillas al yihadismo del ISIS.
Además del día a día del gobierno, los presidentes de EU se dedican, sobre todo en la última etapa, a otra tarea: modelar su lugar en la historia o, como ha dicho Obama en alguna ocasión, a escribir el pequeño párrafo, quizá la única frase, que definirá su lugar en los libros.
En las palabras introductorias a rueda de prensa navideña, en la Casa Blanca, Obama realizó un balance optimista del último año. Mencionó la recuperación económica y la reducción del paro, ahora en el 5%, un nivel cercano al pleno empleo. Recordó que, gracias a su cuestionada reforma sanitaria, 17 millones de personas que carecían de cobertura médica están ahora aseguradas.
Celebró el reciente acuerdo contra el cambio climático en París y los acuerdos con Irán para limitar el programa nuclear de este país; con Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas; y con una decena de países de Asia-Pacífico para levantar las barreras comerciales. Y se felicitó por el presupuesto recién aprobado en el Congreso con el apoyo de demócratas y republicanos.