El teléfono gandalla

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El teléfono gandalla

Hace unas semanas nos enteramos por un comunicado de prensa difundido por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de una gavilla de empresarios delincuentes que han tomado por asalto ese partido político, o mejor dicho, unos estafadores se han hecho pasar por operadores financieros y han realizado llamadas telefónicas a otros comerciantes y empresarios de los estados donde hay elecciones este año.

No dice el comunicado emitido cuántos empresarios han sido víctimas de estos colegas defraudadores. Tampoco menciona nombres. No tendrían porqué aportar para tal o cual candidato.

Dicen que eso nunca ha existido, salvo en la campaña de Carlos Salinas de Gortari, cuando hubo una famosa cena en donde a los empresarios más acaudalados de este país les pasaron la charola para pagar la promoción del “bad hombre” de Agualeguas, Nuevo León.

En México, las autoridades electorales destinan harto dinero a los partidos y sus candidatos. Ya el solo hecho de poseer una franquicia política es todo un negociazo. Pero esa es otra historia.

Recordemos las atinadas frases de un diputado local de la ciudad de Monclova, cuando sostuvo una reunión con empresarios de la masa y la tortilla, no para pasarles la famosa charola, sino para pedir el voto popular, acuñó frases que ya las hubiera querido en su repertorio el sabio Pitágoras: “pesan lo mismo los tortilleros que los empresarios siderúrgicos”, dijo, para picarles la cresta a los dueños de Altos Hornos, que seguramente no lo pelaron, aunque él se desviviera por ser su gato.

Y nuestro ilustre diputado fue más allá: “pesan lo mismo, mil toneladas de nixtamal que mil toneladas de acero”. Sin duda, quiso sacar provecho de aquel famoso símil entre el kilo de plomo y el kilo de plumas. Para no restarle importancia a los industriales de la masa y la tortilla frente a don Alonso Ancira Elizondo y Gerardo Benavides Pape. En esa reunión no les pasaron la charola a los tortilleros. Quién sabe después que pasaría.

Pero volvamos al asunto de los empresarios extorsionadores del PRI, o mejor dicho, que se han hecho pasar por priistas. Imaginemos un diálogo entre un vivales que habla a nombre de ese partido político y un empresario de la masa y la tortilla, a través de la línea telefónica:

UNA CONVERSACIÓN
Tortillero: bueno. ¿Quién habla?

Extorsionador del PRI: Compañero, le hablo a nombre de nuestro dirigente nacional, el licenciado “Clavillazo”, para comunicarle: ha sido usted designado para que nos honre con su aportación voluntaria, para fortalecer las campañas de nuestros candidatos a los distintos puestos de elección popular. No está de más decirle que una vez que ganemos, nuestro Instituto Político habrá de recompensarlo con generosidad.

Tortillero: Tengo un molino de nixtamal, mi negocio solo es aquí en el barrio. En qué me puede beneficiar que ustedes lleguen al poder.

Extorsionador a nombre del PRI: En primer lugar, vamos a promover la creación de la Cámara de la Industria del Nixtamal, y usted será el presidente. En pocas palabras, lo vamos a promover para que usted dirija a nivel nacional a todos los empresarios de la masa y la tortilla.

También, cuando vengan los secretarios del gabinete federal y realicen giras de trabajo por la entidad, lo invitaremos para que nos acompañe en el templete; tendrá usted un asiento asegurado en los eventos y en primera fila, para que al lado de los diputados aplauda a nuestras autoridades y salga en las notas de los periódicos. También lo nombraremos miembro distinguido del consejo político de nuestro partido.

Recuerde, compañero: todo lo que se invierta en política, es barato. Imagine todos los contratos y negocios que realizará, una vez que usted se suba al “carro de la Revolución”…
 ....
(Sí, aunque usted no lo crea, hay personas que todavía usan este símbolo, a cien años de distancia.)

El empresario de la masa y la tortilla se rascará la cabeza. No encontrará la forma de colgar la llamada. Porque después de todo también el gancho es tentador.

Pero como nada escapa a la comunicación política, pronto se supo que estos empresarios estafadores no son del PRI. Sino que se hacían pasar por priistas para embaucar a gente inocente, en el supuesto de que ese espécimen haya existido alguna vez en este país, epítome de la picaresca, la desconfianza, el escepticismo…

www.jesuscarranza.com.