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El Síndrome japonés
Por: Pablo Uchoa
El Gobierno de Japón le está pidiendo a sus empleados que no vayan a las oficinas un lunes de cada mes. Es lo que han llamado ‘el lunes luminoso’. La idea es que se tomen el día libre y no acudan a su lugar de trabajo.
Así es como el Ministerio de Economía espera neutralizar la enorme cantidad de horas extras que trabajan los japoneses y motivarlos a llevar una vida más equilibrada, tranquila y armoniosa entre lo personal y lo laboral.
Esta iniciativa se suma a la del ‘viernes premium’, ideada el año pasado, también por el Gobierno, para fomentar el consumo. Esta medida consiste en incentivar a las empresas para que dejen que sus empleados acaben su semana laboral a las tres de la tarde del último viernes del mes (en vez del sábado a mediodía), que es cuando la mayoría de ellos recibe su salario.
De esta forma pueden dedicar ese tiempo —y dinero— a viajar y hacer compras (es otro de los métodos con que el Gobierno japonés quiere acabar con las horas extras y el karoshi o la muerte por exceso de trabajo).
Evidencia empírica
El Ministerio defiende la eficacia del ‘lunes luminoso’ con un experimento que condujo el pasado mes de julio, cuando permitió que el 30% de su plantilla laboral se tomara la mañana libre.
Animado por los resultados, el Gobierno ahora esboza planes para presentárselos al sector privado.
Pero, al igual que el ‘viernes premium’, el ‘lunes luminoso’ será voluntario para las compañías.
La idea es que esos días los negocios y restaurantes promuevan descuentos y ofertas especiales para atraer clientes, y para motivar a los japoneses a que compartan más tiempo con sus familiares y amigos.
No obstante, en su primer año, la iniciativa del ‘viernes premium’ fue recibida con timidez, según el propio Ministerio del Trabjado.
¿Por qué?
El problema es que el último viernes del mes ha sido, por tradición, un día crucial para las empresas japonesas, ya que acostumbran a cerrar cuentas y/o a entregar o recibir nuevos proyectos.
En cambio, el ‘lunes luminoso’ permitiría al personal no trabajar la mañana del día laborable siguiente al ‘viernes premium’.
Todo ello con la idea de reducir las horas extras.
Morir joven
Pero los expertos dicen que las estadísticas relacionadas con las horas extras son sólo la punta del iceberg.
Cerca de 2 mil familias exigen cada año compensaciones por casos que, según ellas derivan del eceso de trabajo.
Por ejemplo, un estudio de 2017 del Instituto Nacional Japonés de Seguridad y Salud Laboral descubrió que los suicidios estaban creciendo sobre todo entre los trabajadores que tienen entre 20 y 29 años (que representa al grupo de los adultos más jóvenes de la sociedad japonesa).
Un caso muy sonado fue el de Matsuri Takahashi, una empleada de la firma de publicidad Dentsu que, en 2015 y con 24 años de edad, se suicidó tras haber trabajado más de 100 horas extras en cada uno de los meses anteriores a su muerte.
Las autoridades japonesas descubrieron que la excesiva carga de trabajo de Takahashi fue lo que la llevó a quitarse la vida.
El año pasado, el canal de televisión NHK admitió que su reportera Miwa Sado, que había muerto en 2013 debido a un fallo cardíaco, también había sido clasificada como un caso de karoshi (muerte por eceso de trabajo). Sado tenía 31 años y había trabajado más de 150 horas en solo un mes.
El pasado mes de febrero, una compañía acordó pagar 700 mil dólares a la familia de Kota Watanabe, un joven de 24 años que murió en un accidente de tráfico cuando volvía a casa exhausto tras una noche de trabajo.
Este caso fue considerado ‘una advertencia’ para el sector empresarial japonés y puso la atención sobre un fenómeno menos conocido: el karo-jikoshi o ‘muerte por accidentes derivados del exceso de trabajo’.
“Estas revelaciones sugieren la importancia de incentivar el apoyo en materia de salud mental para los empleados, así como de incrementar la concientización sobre las condiciones laborales de los gurpos más jóvenes”, concluía el informe del Ministerio.
Medidas ‘simbólicas’
“Las jornadas laborales largas en Japón son un problema que nace de una cultura profundamente incrustada en los centros de empleo y el estilo de trabajo que hay en el país”, señaló Sawako Shirahase, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Tokio.
Sawako cree que el ‘lunes luminoso’ y el ‘viernes premium’ son sólo iniciativas ‘simbólicas’ del gobierno, que benefician a un número limitado de trabajadores administrativos de las grandes empresas.
El empleado japonés promedio dedicó el año pasado 1,710 horas al trabajo, una cifra mayor a la de países europeos con economías similares, pero menor a la de sus pares en Estados Unidos, Corea del Sur y muchas naciones emergentes.
En Corea del Sur, donde el trabajador promedio dedicó en 2017 más de 2 mil horas (por mes), las grandes compañías fueron obligadas a rebajar la jornada laboral de 68 a 52 horas semanales desde julio.
Sin embargo, los expertos aseguran que los japoneses laboran más horas de las que declaran, ya que en ese país las largas jornadas laborales han sido parte de la cultura nacional.
Trabajos que matan
Las autoridades japonesas están decididas a recortar las horas de trabajo porque el exceso de horas extras se ha convertido en un problema de salud pública.
En 2016, una encuesta del Gobierno en la que participaron 10 mil empleados reveló que más del 20% aceptaba haber trabajado al menos 80 horas extras al mes.
Pero desde el siglo pasado, en 1960, se comenzaron a registrar en el país casos de karoshi o ‘muerte por exceso de trabajo’, provocados por enfermedades cerebrales y cardíacas relacionadas con largas jornadas laborales.
Estos registros llevaron a que el año pasado (2017) el Gobierno japonés reconociera que al menos 236 empleados murieron por efecto del karoshi.
A esto se sumaron 208 suicidios reconocidos como karojisatsu, cuando un empleado se quita la vida debido a problemas de salud mental que se originan en el centro de trabajo. Lo cual da un gran total de 444 fallecidos por la misma causa (en 2017).
Dificultad del liderazgo
Según el Ministerio de Salud, Empleo y Bienestar, los trabajadores japoneses solo suelen tomarse, en promedio, ocho días de vacaciones al año, menos de la mitad de lo que les corresponde.
Y cuando están de vacaciones, muchos dicen sentirse culpables por haber pedido ese tiempo libre.
En una sociedad que valora el trabajo duro, los gerentes tienen una gran dificultad en hacer valer la importancia del descanso laboral.(BBC World Service)