El Santo Cristo
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El Santo Cristo
Durante no menos de medio siglo algunos escritores y otros historiadores habían dejado saber una “historia” del Santo Cristo de la Capilla que se venera en Saltillo. Por ellos estábamos al tanto de no pocas fábulas, mitos, leyendas y mentiras acerca de esta imagen tan querida no solamente en la ciudad, sino en una gran región que sale de las fronteras del estado.
Cosas realmente sorprendentes nos dieron a conocer que fueron sacadas del baúl de la imaginación. Alguien se atrevió a escribir que esa imagen la había enviado a Saltillo nada menos que el emperador Carlos V (Carlos I de España). No consultó una enciclopedia cualquiera para enterarse que Carlos V tenía años rostizándose en el Infierno cuando llegó a nuestra Villa esa maravillosa efigie.
Otros juraron que el milagroso Cristo llegó de España y que, por donde se le viera era una estatua producto de la gran tradición de cristos sufrientes españoles y que concentraba el ideal de la estatuaria ibérica. Nueva equivocación.
Se invocó, asimismo, la escena en que un burro o una mula que cargaba un cajón de madera, al pasar por Saltillo, se echó frente a la Capilla de las Ánimas y no hubo fuerza que la hiciera levantarse.
Se la despojó de su carga y la sorpresa fue que ahí estaba el Santo Cristo. Es una bella leyenda, sólo que no es nada más saltillense. Por un albur, la estatua de Nuestro Padre Jesús, de Mazapil, también fue llevada por una mula. Dígase lo mismo de al menos 12 imágenes que van desde Guatemala
hasta Nuevo México, pasando por Anahelo, Tizonazo, La Laguna, Guadalupe y demás. Así que ni siquiera la leyenda nos es propia. Añádase que casi todos esos cristos se veneran el 6 de agosto.
Nuestro Santo Cristo no es español, sino indio, absolutamente indígena (también desde donde se le vea). Lo estuvieron negando siempre. La casualidad (esa ocurrencia del tiempo) hizo que se permitiera pasear la imagen por la calle hace unos años (ya era obispo don Raúl Vera) y en un descuido fortuito se le maltrató un pie al Cristo. Eso bastó para que el INAH entrara en la lid y trajera un especialista para restaurar el pie y darle una revisada al resto del cuerpo. El restaurador declaró que era un Cristo de flor de caña de maíz y que, sin la menor duda, era indígena. Los españoles desconocían esa técnica y era muy utilizada por indios desde la época azteca y quizás antes.
Las dos grandes tradiciones de cristos vienen de Guatemala (Esquipulas) y de Michoacán. Sus maravillosos artesanos hacían imágenes religiosas tan bellas que fueron compradas y llevadas a España, donde hoy en día se siguen venerando. Por ejemplo, hay una en una de las islas españolas que están frente a África y hay otras en templos españoles en que presumen la indianidad del Cristo. ¿No le parece maravilloso que el mercado fuera también de aquí para allá?
Lo anterior no es una perorata en contra de la fe de los saltillenses. Aunque el Santo Cristo de la Capilla sea uno más, no tenemos duda de que es el que atrae, desde la era colonial, multitudes.
Sabemos que en Saltillo había dos grandes fiestas que competían entre sí: “El Seis de Agosto” y la Feria de Saltillo. Eran distintas, pero generaban un movimiento económico extraordinario. Se podría decir que entre ambas festividades Saltillo sacaba los recursos de todo el año.
Del Santo Cristo se perdieron miles de retablos y exvotos que le dedicaron quienes se sintieron favorecidos por él. He buscado afanosamente algún vestigio de esos exvotos, pero no he encontrado nada. Un sacerdote que vivió en la antigua “Casa del Sacerdote” en la esquina de las calles Bravo y Santos Rojo (hoy es un estacionamiento) y que convivió con sacerdotes muy viejos, me dijo que un cura “modernizador” había arrojado los exvotos del templo.
Otro mito enarbolado por algunos es la hispanidad de los saltillenses. Ahora no nos cabe duda de que en la villa de Santiago del Saltillo era dominante el mestizaje. De acuerdo con el Censo de 1777 que publicó Martha Durón, hay ese componente. Pero, hay que decirlo, en cambio en ranchos y haciendas la calificación “español” era mayoritaria, así que: una villa mestiza y unos rancheros españoles.
El Santo Cristo nos conduce a una reconsideración de nuestro pasado.