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El Rostro Humano
Tal.- Me dedico a mirar el río.
Lat.- Pero no creo que eso sea todo lo que hace en el día. Supongo que tendrá usted que trabajar.
Tal.- Sí, claro. Ése es mi trabajo. Contemplar el paso del agua.
Lat.- ¿Me dirá que practica el budismo?
Tal.- Parece que lo pregunta con cierta ironía. ¿No le gusta el budismo?
Lat.- Pues… No lo conozco bien. Y no, no la pregunta no quiso parecer irónica, se lo aseguro.
Tal.- Soy fotógrafo. Antes fui pintor.
Lat.- Ah. Pintor. Me hubiera gustado ser pintor, ¿sabe? Estuve un tiempo en la Academia de Bellas Artes pero no me convenció.
Tal.- Yo no pasé por ninguna academia. Aprendí lo que sé mirando, simplemente mirando.
Lat.- Pero alguna vez tomaría un lápiz, un trozo de carbón, un pincel.
Tal.- Claro. Tomé todo eso y mucho más. Pero eso es otra cosa. Eso es lo que la gente llama técnica.
Lat.- Entiendo. ¿Así que es autodidacta?
Tal.- No. Nadie es autodidacta. Todo, todos nos enseñan algo. El río, las nubes, la montaña, el viento, me enseñaron a pintar.
Lat.- No sé si comprendo.
Tal.- ¿Qué hizo usted en la Academia de Bellas Artes?
Lat.- Aprendí a hacer performance, instalación…
Tal.- Bien cuando esas piezas tienen un sentido. O un sinsentido deliberado.
Lat.- También aprendí Teoría del Color e Historia de las Vanguardias Artísticas.
Tal.- Excelente. Debió continuar. ¿Por qué no terminó su carrera?
Lat.- Eh… Porque casi al final, me di cuenta de que no llegaría a nada ejerciendo las artes visuales.
Tal.- Se refiere usted a vivir del arte.
Lat.- Sí, claro. Me di cuenta de que en un país como éste no podría vivir del arte.
Tal.- Mire… Allá, en el río… ¿No es hermoso cómo la corriente lleva ese tronco retorcido?
Lat.- ¿Eh? Ah, sí. El tronco.
Tal.- Haré unas cuantas fotografías. Hay muy buena luz.
Lat.- ¿Puedo verlas?
Tal.- Por supuesto. Mire.
Lat.- ¡Qué bien! ¡Son muy buenas! Usted es un pescador de instantes privilegiados.
Tal.- ¿Así llamará a su artículo?
Lat.- No estaría mal. ¿Le parece un buen título?
Tal.- Depende de lo que diga en ese artículo. Aunque…
Lat.- ¿Qué?
Tal.- La imagen del “pescador” me parece demasiado gastada.
Lat.- Mmmh… Es posible. Sigamos conversando. Ya se me ocurrirá otro. O a usted.
Tal.- La verdad, no creo que a nadie interese el trabajo de un fotógrafo que abandonó la gran ciudad para instalarse en un pueblito perdido en la provincia.
Lat.- Pues le interesa a más gente de la que usted imagina. Su última exposición de fotografías, la que incluía la serie “Hojarasca”, fue de lo más visitado en la Bienal de Venecia. ¿Lo sabía, verdad?
Tal.- Algo supe de eso, pero ya estoy en otra cosa. Y no suelo ver atrás.
Lat.- Me interesa saber por qué nunca le ha interesado el rostro humano como tema de su trabajo fotográfico.
Tal.- ¿El rostro humano? No, no. No me importa para nada el rostro humano. Ni siquiera me interesa el autorretrato. El rostro de los seres humanos me parece bastante… anodino.
Lat.- ¿Anodino? ¿Dice usted anodino?
Tal.- Oh sí. Si de cuerpo humano se trata, me importan las manos, los pies, la espalda, un escorzo… Pero el rostro no, definitivamente no. La gente suele actuar cuando es retratada.
Lat.- Cuando es retratada por un pintor.
Tal.- Y por un fotógrafo. Si se desea veracidad hay que fotografiar los rostros de los seres humanos sin que ellos sepan que están siendo fotografiados. En cuanto lo saben, posan, actúan, representan un papel.
Lat.- Qué teoría más extraña.
Tal.- ¿Le parece extraña? A mí me parece de lo más común que la gente adopte un rol cuando se sabe fotografiada. Ellos no son ellos, siempre son otros. No sé quiénes, pero otros. Un ideal, una fantasía, una escapatoria, una máscara, no sé.
Lat.- Eso quiere decir que las personas son, en el fondo, actores, actrices.
Tal.- Por supuesto. Son eso: “personas”. Fingen. Todos fingimos. Los grandes retratos pintados por los artistas de la corte, los retratos hechos por espléndidos fotógrafos registran sólo la representación de caracteres inauténticos. O verdaderamente auténticos, según se quiera ver.
Lat.- Interesante.
Tal.- ¿Le parece? Vaya. Pensé que para cualquiera era obvio que la humanidad “actúa” incluso en el dolor. Y hasta en la felicidad. No hay emoción que no esté alterada por el instinto de la representación dramática. Podemos verlo, si quiere.
Lat.- ¿Cómo?
Tal.- Haciendo una fotografía de su rostro, aunque el género me desagrade.
Lat.- De acuerdo.
Tal.- Bien. Prepárese. Ubíquese donde usted quiera. Eso es… Eso es… Ya está. He hecho varias. ¿Quiere ver sus propias actuaciones?
Lat.- Eh… Sí.
Tal.- Aquí las tiene. ¿En cuál de estas fotografías aparece usted?