El reto es el presente
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El reto es el presente
Uno de mis amigos, es decir alguien que me soporta muchas veces de manera amable y comprensiva, desde hace algunos años se ha dedicado a la lectura de la Biblia y a compartir sus mensajes. Hoy, durante una conversación, me atreví a insertar el tema de la “exégesis” para una interpretación más precisa de la Biblia.
La conversación nos condujo a “los géneros literarios”. Unas herramientas de la literatura que también se aplica a los “libros sagrados” para interpretarlos correctamente y no confundir la historia con la fantasía, ni lo subjetivo con lo objetivo. Algunos géneros son: el poético, el novelesco, el histórico, el épico (que mezcla poesía con historia), el parabólico (que esconde y sugiere un significado que hay que reflexionar para desentrañarlo, etc. Moisés y Abraham son personajes históricos, Adán y Eva son un prototipo del inicio de la humanidad, el “Hijo Pródigo” es un personaje de una parábola, “El Cantar de los Cantares” es un poema extraordinario acerca del amor, igual que los cantos de Isaías que además son proféticas descripciones del “varón de dolores”.
El ignorar estos géneros lleva a graves confusiones que han creado distorsiones en el creer y en el vivir, ya que en ocasiones se interpreta literalmente lo que solamente fue dicho de manera metafórica, o de manera poética lo que es una exigencia de vida, como “amar al prójimo”.
La historia de México también ha padecido estas interpretaciones ligeras, confusionales o definitivamente falsas. Durante las décadas de la dictadura blanda las narraciones de la historia mexicana eran cantos épicos, poblados de héroes inmaculados e incorruptos, caudillos tan desinteresados por el poder y el dinero que entregaron su vida y su sangre por la libertad. No era una narrativa fidedigna de los líderes tan humanos como sus ambiciones, esfuerzos y traiciones.
La narración actual de la campaña política de los candidatos a la Presidencia y demás puestos, ¿a qué género literario pertenece? El resultado de las votaciones que se presenta parece un poema a la unión y armonía de los ciudadanos y los partidos políticos. Para muchos “comunicadores mediáticos” es un canto a la madurez de la democracia mexicana, y de ninguna manera es la crónica del proceso político electoral que hemos vivido. El porcentaje tan alto de Morena y AMLO es un dato que hay que interpretar no solamente numéricamente, sino descubriendo su proceso histórico que fue sucediendo desde ¿cuándo?
La historia es como un vaso de agua enlodada, hay que dejar que se sedimente para ver con claridad. Sin embargo, los procesos políticos no son tan diáfanos como el agua, y requieren años y a veces décadas para descubrir cuál fue la realidad. Es muy temprano para escribir la verdadera historia del proceso electoral del 2018, porque los datos que puedan dar información serán seleccionados políticamente para no generar más confusión o escepticismo democrático.
“Haiga sido como haiga sido”, dijo Felipe Calderón para justificar su triunfo. De la misma manera es un lugar común que “la historia la escriben los triunfadores” (es decir los que tienen el poder). La interpretación literaria del proceso electoral no es la verdad histórica, aunque se difunda mediante todos los canales. La historia será tarea del futuro.
El reto que tenemos es el presente que reparte sus necesidades, exigencias, promesas y adaptaciones.