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El repudio de la Ciudad de México
“The economy, stupid”. Esa frase sobresalía en una de las paredes del cuarto de guerra de Bill Clinton cuando en 1992 éste trataba de arrebatarle la presidencia de Estados Unidos a George Bush (padre). Esa tarea parecía muy cuesta arriba, pues en 1991, tras el conflicto del Golfo, Bush había logrado obtener entre sus connacionales una aprobación del 90 por ciento. No obstante, una ventana de oportunidad seguía abierta para Clinton. El desempleo en Estados Unidos continuaba siendo muy alto, a raíz de la recesión que se dio a principios de los noventa. La frase escrita en la pared pasó a cobrar mayor relevancia y, eventualmente, Clinton ganó.
Guardando las debidas proporciones, algo parecido explica la debacle electoral que acaban de sufrir en la Ciudad de México tanto el partido Morena, como el Presidente de la República y la Jefa de Gobierno de la capital del País. Estos dos últimos justificaron su derrota de una manera a todas luces absurda: los habitantes de la capital que votaron en contra de Morena lo hicieron porque estaban mal informados. Claramente no fue así, los capitalinos más bien mostraron en la pasada elección que tienen preferencias electorales que son racionales y democráticas.
En términos relativos con las otras entidades federativas, el desempeño de la economía de la Ciudad de México fue malo en 2019 y literalmente catastrófico en 2020. Durante el primer año del sexenio, el producto interno bruto de la ciudad creció de manera raquítica, debido, sobre todo, a una considerable caída en las actividades relacionadas con la industria de la construcción, un componente clave en la economía de la ciudad.
Lo anterior no es nada, sin embargo, si se le compara con la contracción económica sufrida el año pasado por la Ciudad de México debido a la pandemia. De acuerdo con el indicador trimestral de la actividad económica estatal que publica el Inegi, la caída anualizada fue del orden de 9 por ciento. Sólo Baja California Sur y Quintana Roo sufrieron contracciones más pronunciadas, obviamente por la gran importancia que tiene el turismo para esos dos estados.
Pero las malas nuevas no acaban allí. En la Ciudad de México se perdieron por la pandemia alrededor de 200 mil empleos formales, de acuerdo al IMSS. Dada la magnitud de la economía de la capital, uno pensaría que ya se ha vuelto a recuperar una buena parte de ellos. Pero no, al contrario del resto del País, la ciudad ha tenido mucha dificultad en generar nuevos empleos. Baste sólo un dato como ejemplo: en diciembre del año pasado, en plena pandemia, se registraron en la ciudad más empleos formales que en abril de este año, ya en pleno rebote económico a nivel nacional.
A esos hechos económicos se deben añadir, por supuesto, las dos últimas tragedias sufridas por la ciudad. Por un lado, la cifra dantesca de muertos debido al COVID, un número de fallecimientos que es realmente más del doble del registrado de manera oficial para la Ciudad de México. Y por el otro, el funesto accidente ocurrido recientemente en el Metro. Una penosa tragedia humana que, por cierto, da pie para señalar otro asunto económico preocupante: ya ni para dar mantenimiento a la infraestructura pública tiene el Gobierno.