La reseña: El rebaño que somos todos
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La reseña: El rebaño que somos todos
Por: Nayely Reyes
Hay en “El emisario o la lección de los animales” una lluvia perpetua. En las entrañas del huracán Alex se va tejiendo una historia roja y azul, de sangre y agua, de violencia y soledad. El personaje central, enfundado en las botas y el nombre de su hermano muerto, debe hacer un intercambio cotidiano en los andenes del narcotráfico. Montado en una bestia caprichosa, finge ser un emisario, un mensajero independiente de los cárteles que reinan el noreste.
La entrega sale mal, como sólo puede acabar la empresa de alguien que nació para hacer observación participante, y termina en un tiroteo. Entonces inicia la persecución por un Monterrey transformado por el aguacero. La huida del protagonista se mezcla con episodios del pasado, ahí el lector se refugia de la lluvia sólo para ser azotado por ese otro desastre natural, el de la enfermedad.
Ahí se reciben las lecciones de los animales: perros, pájaros y serpientes educan a un personaje solitario que desea convertirse en su hermano gemelo. Hay una crítica al rebaño que somos todos, a quienes se sienten más seguros al enterarse de la muerte de un narco. ¿Quién ha traído esta peste a Tebas?, nos preguntamos, sólo para descubrir el propio rostro del otro lado de la pistola.
El emisario o la lección de los animales
Alejandro Vázquez Ortiz
Caballo de Troya
México, 2017