El Quijote I, 47
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El Quijote I, 47
Embozados para no ser reconocidos, el cura y el barbero, amigos y vecinos ambos de don Quijote, llevan a éste a su aldea. Lo transportan sobre una carreta tirada por bueyes, que avanzan con gran lentitud. Con este viaje de regreso a su casa y llevado de esa forma, dará culminación la segunda salida que en busca de aventuras emprendieron él y su escudero Sancho Panza.
Don Quijote cree que va encantado. En el camino encuentran al canónigo de Toledo, quien “no pudo dejar de preguntar qué significaba llevar aquel hombre de aquella manera”.
En conversación que entabla con el canónigo, Sancho le dice que él no cree que su señor vaya encantado como se le ha hecho creer. Argumenta al efecto el escudero que “él tiene su entero juicio, él come y bebe y hace sus necesidades como los demás hombres, y como las hacía ayer antes que le enjaulasen”, y que pues ha “oído decir a muchas personas que los encantados ni comen, ni duermen, ni hablan”.
El cura y el barbero llevan a don Quijote de regreso a casa para evitarle los riesgos y peligros que corre al andar en sus locas aventuras. Pero Sancho cree que es para impedirle que alcance gloria, fama y se haga de algún reino y entonces a él, a Sancho, le toque ser gobernador o visorey. Dice el escudero al cura así:
“Pues sepa que le conozco, por más que se encubra el rostro, y sepa que le entiendo, por más que disimule sus embustes. En fin, DONDE REINA LA ENVIDIA NO PUEDE VIVIR LA VIRTUD, ni adonde hay escaseza [escasez, de alguna manera mezquindad] la libertad”.
Sancho piensa que el cura y el barbero proceden así con don Quijote por la envidia que le tienen. Lo cual aprovecha para decirles que carecen de virtud, y lo que de ésta se sigue: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, los cuatro pilares en los que se debe construir la sana humana convivencia.
El refrán citado por Cervantes en este pasaje hace recordar otro castellano, que dice: “envidiar es bajeza, y ser envidiado alteza”.
@jagarciavilla