El Quijote estuvo a punto de no escribirse (1 de 2)
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El Quijote estuvo a punto de no escribirse (1 de 2)
En el artículo anterior se dijo que durante los primeros dos siglos posteriores a su fallecimiento, ocurrido en abril de 1616, fueron muy pocas las biografías de Miguel de Cervantes. Hasta que apareció en 1819 la biografía escrita por Martín Fernández de Navarrete, que ha sido la principal fuente de información de las numerosas que en los últimos 200 años se han escrito.
¡Y vaya si han sido muchas! Difícilmente se podrá encontrar otro personaje del que se hayan publicado más biografías que de Cervantes. Curiosamente, luego de haber permanecido en el olvido durante dos centurias. Como es de suponer, las hay magníficas, mediocres y pésimas. También extensas, extensísimas y breves. Conozco alrededor de 30. En fin.
Miguel de Cervantes fue en su vida de casi 69 años -–muy superior al promedio de vida en la época-- una persona marcada por el infortunio. Pobre, miserable a lo largo de toda su existencia, sin haber sido reconocido en vida como merecía, soldado que la batalla de Lepanto le dejó el 7 de octubre de 1571 totalmente atrofiada la mano izquierda (no quedó manco como se dice) por un arcabuzazo; cautivo en Argel durante cinco años en condiciones de esclavo, preso varias ocasiones en España por hechos o circunstancias que luego quedaron aclaradas; ocupado en modestísimos empleos y peor pagados, meramente para subsistir.
Y cuando tuvo Cervantes la oportunidad de hacer dinero, al publicarse la I Parte de El Quijote en 1605, como carecía en absoluto de recursos para poder financiar la impresión, se vio en la necesidad de malbaratar sus derechos de la obra al librero Juan de la Cuesta.
Tan negra fue siempre su suerte e ignorados sus méritos que uno de sus biógrafos modernos, Andrés Trapiello, dice que de haber vivido en nuestros días, el Premio Cervantes seguramente se habría otorgado primero a Lope de Vega que a él.
Pues bien, en el archivo del Consejo de Indias se localizó un memorial que el 21 de mayo de 1590, cuando frisaba los 43 años y sin duda agobiado por la pobreza, dirigió Cervantes al Rey para exponerle en detalle los servicios que durante 22 años había prestado a España, como soldado y en otros menesteres, “sin habérsele hecho por ello merced alguna”. Suplicaba por ello se le concediese un cargo en las Indias, es decir, en la América española, de los que entonces se hallaban vacantes.
Los puestos que específicamente mencionó Cervantes en su escrito fueron cuatro: la contaduría del nuevo reino de Granada, la de las galeras de Cartagena, el gobierno provincial de Soconusco en Guatemala (hoy por cierto perteneciente a México) y el corregimiento de la ciudad de La Paz, “pues en cualquiera de ellos me daría por satisfecho”. Según la apostilla que aparece en el propio documento, firmada por un tal Doctor Núñez Morquecho el 6 de junio de ese año, se le respondió al peticionario que mejor “busque por acá en qué se le haga merced”.
Con motivo de esta solicitud y de su burocrática denegación y bajo el supuesto de que la redacción de El Quijote, según la opinión más generalizada, empezó poco después de 1591, no son pocos los biógrafos de Cervantes y en general los cervantistas, que a partir de determinado momento empezaron a plantearse qué habría sucedido si a Cervantes se le concede alguno de los puestos solicitados al Rey. ¿Habría escrito El Quijote? En el próximo artículo expondré varias opiniones que sobre el punto han expresado algunos autores. (14)