El próspero ‘desorden’ de Rayados
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El próspero ‘desorden’ de Rayados
Rayados le sigue aderezando conceptos a su futbol. En tres fechas no sólo ha logrado apuntalar su estructura, sino que la ha ido enriqueciendo con variantes de ejecución tácticamente convincentes.
Tomándole distancia al exiguo resultado del sábado, -quizás, insuficiente frente al volumen de goles que pudo haber cosechado-, Monterrey ha justificado con creces su tercera victoria en fila. Y lo ha hecho gracias a un primer tiempo de manual, donde se ha valido de recursos trabajados para darle sentido y argumentos a su juego.
Si para muchos entrenadores el futbol reposa en un orden y en un desorden, la estrategia de Rayados, en esa fructífera etapa inicial ante Atlas, ha sido una muestra pura de concentración y sincronización alejada de la sobriedad convencional. Para ser diferentes muchas veces se ocupa romper paradigmas y el equipo de Mohamed se propone viajar en esa dirección.
Rayados tuvo orden defensivo y desorden ofensivo. El desorden, en este caso, tiene una connotación positiva. Es la articulación premeditada de movimientos que se traducen en enroques posicionales que desestabilizan a cualquier defensa.
Un desorden ofensivo, bien operado, le provoca un caos y una pérdida de referencia al sistema de protección que tiene preajustado de origen todo adversario.
Atlas se atoró en un laberinto del cual le ha costado más de 50 minutos asomar la cabeza. Nunca pudo descifrar quién era el “bueno” de los delanteros albiazules para anular. La permanente rotación de los ofensivos de Rayados fue un auténtico dolor de cabeza para el cuadro tapatío. Más se encogía, más sufría.
La confusión del Atlas quedó retratada en la función de Álvaro González. Al uruguayo le asignaron labores defensivas por la derecha en un intento por bloquear uno de los pasillos clave del contrario.
Su víctima, en teoría, era Cardona, o en su defecto, Ayoví, en el entendido que Rayados practicara un dibujo más estático. Sin embargo, el constante intercambio posicional entre Cardona, Pabón y Sánchez rompieron de tajo los planes del Atlas.
Con Funes Mori como faro en el área, sus tres asistidores ingresaron en una dinámica de desordenarse, abriendo huecos, clarificando caminos y siendo siempre una opción de pase para generar, auxiliar o para la descarga
Ese festival de movimientos, tanto Cardona como Pabón y Sánchez aparecieron como extremos, enlace o volantes interiores, utilizando todo lo ancho del frente de ataque a su antojo.
Esa coordinación estuvo apoyada por la dualidad de funciones de Zavala y Gargano, quienes intercalaron roles entre contener y atacar sin estar atados a una zona predeterminada. Tuvieron libertad de operación sin perder la esencia de sus deberes básicos.
Rayados ocupó los espacios correctos y evitó las regiones congestionadas. La buena colocación de todos los jugadores le ha permitido al equipo tomar el control y apoderarse de la circulación, sin vacíos y sin caer en la monotonía. Achicó líneas hacia adelante, otro dato que, para un equipo que venía siendo longitudinal, no es insignificante.
Esta versión elástica y efectiva desde lo colectivo no salió de la nada. Está patentada por Mohamed. Es una estrategia entrenada con base a las características técnicas y tácticas de los futbolistas que posee.
Rayados parece encontrarse a sí mismo. Va tomando forma. Está mostrando algo distinto y productivo. Tiene las armas para poder hacerlo.
Lástima que, para el alcance de su propuesta, la inspiración le duró sólo un tiempo. Para consolidar el modelo, ocupa sostener el ritmo y ser menos conformista como lo fue en el complemento.