El problema de eliminar el efectivo

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El problema de eliminar el efectivo

El viernes pasado, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), a través de su titular, Santiago Nieto, dio a conocer que se estaba considerando retirar los billetes de mil y 500 pesos como una medida para evitar la corrupción de los partidos políticos y en general para evitar el lavado de dinero.  Esto es tanto como decir que hay que retirar automóviles para que no haya atropellados.

El asunto no es para menos, pues recientemente se ha denunciado por diferentes vías que los partidos políticos han recibido inyecciones de efectivo, cosa que es ilegal y tiene pena de cárcel que va de cinco a 15 años de prisión. El castigo no es suficiente al parecer y ahora se busca eliminar el efectivo para evitar que se mueva el dinero en este ámbito tan odiado y criticado por la mayoría de los mexicanos. El argumento es que como los billetes de quinientos y mil pesos pueden mover grandes cantidades de dinero en un espacio reducido, como en las bolsas de plástico, sobres manila, ligas y maletas, lo mejor es eliminarlos, esto es quitar la tentación. Este razonamiento es muy limitado y pobre, sobre todo para una organización que es de “inteligencia” financiera.

El argumento es pobre si se sabe que la problemática de México radica en la gran cantidad de actividades económicas que tienen que realizarse por su alta dependencia con efectivo por diversas razones. Es limitado porque quitándolos se darán cuellos de botella en sectores y lugares del país que necesitan billetes de alta denominación para transportarlos. Ahora sí, será muy evidente quien transporte dinero porque necesitará mecanismos muy grandes para mover desde la quincena hasta los pagos a jornaleros que viven en lugares donde no hay bancos o no llega el internet. Como punto de partida tómese en cuenta que el 63% de todas las operaciones son en efectivo, como lo dijo el titular de la UIF. Sólo ese dato, establece el tamaño del asunto entre manos. Existen varios factores que propician lo anterior y que el retiro de billetes de alta denominación exacerbará aún más.

El primero de ellos es el comercio informal, que sigue y seguirá siendo un problema para la economía nacional, no desaparecerá por las condiciones actuales del país derivadas de la contingencia sanitaria. Los informales necesitan efectivo y se manejan en efectivo y sin billetes grandes estarán visualmente expuestos a los criminales, que ahora fácilmente sabrán quien lleva dinero. 

Habrá que imaginar la quincena pagada en billetes de 200 o cuando no haya de esos, en billetes de 100 pesos.

Las tienditas de la esquina batallan para poder subsistir y las comisiones bancarias no dejan de cobrarse. Las utilidades de este tipo de negocios son muy pequeñas y apenas alcanzan para sobrevivir. En estos días, donde las personas ganan menos o están desempleadas. Pagar a los proveedores será más tardado, pues en lugar de juntar dos o tres billetes de quinientos pesos, habrá que contar más y desde luego, mayor probabilidad de error. El manejo de efectivo de menor denominación complica el manejo de caja para los micronegocios que no están bancarizados. 

Para el individuo también será complicado adaptarse a esta situación, las carteras dejarán de ser útiles y tendrán que usarse bolsas, aunque el argumento en este caso es que el ingreso promedio de los mexicanos es de 8 mil 500 pesos hasta antes de la pandemia. Esto quiere decir que tampoco el ciudadano común tiene mucho que cargar.

Los bancos tendrán sobrecarga de uso en los cajeros, porque al tener que usar efectivo, los viajes a estos aparatos serán más frecuentes y podrán observarse largas filas. La carga de esta pobre estrategia la llevarán en hombros las organizaciones financieras. Por un lado, los bancos tendrán que convertirse en una suerte de alcancías, aumentando además el número de transacciones en ventanillas y generando mayor tráfico a las sucursales, algo que se venía combatiendo. Para el usuario común, el costo de los servicios bancarios y financieros en general se incrementarán. Por el lado de la infraestructura tecnológica, la contingencia sanitaria ha demostrado que la capacidad de Internet en México es muy pobre, y no hay capacidad suficiente para atender a todos los demandantes. Habrá que agregar a ese problema que se caiga la red y simplemente no se pueda pagar o comprar nada, como está sucediendo ahora mismo.

Los problemas no son menores si tomamos en cuenta que se habla del sistema económico del país. Parece una medida sencilla pero los datos anteriores sugieren que las consecuencias pueden ser muy complicadas. Todo indica que la estrategia financiera es llevarnos a una economía sin efectivo para un mayor control económico, tal como lo prometió el mismo presidente dos días después de su toma de protesta. Pero si esto no es lo que parece, que alguien presente otros datos.

Profesor de la Facultad de Economía, UAdeC
Antonio Serrano Camarena
OTROS DATOS ECONÓMICOS