El Presidente está enojado y cobra los memes

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El Presidente está enojado y cobra los memes

Luego de los días de metralla mediática en contra del Presidente Peña Nieto por el plagio cometido a favor de su tesis de licenciatura, que seguramente ya había olvidado o lo tenía como un pecado de juventud, era de esperar un acto más de contrición de los que se ha hecho costumbre cuando las cosas van mal y busca racionalmente que el piloto no pierda la conducción.

No, al contrario pareciera en esta ocasión, cuando el manejo de la situación es diferente pues el vapuleo mediático en lugar de reconsiderar lo ha llevado a él y su Gobierno a una fuga hacia adelante tope con lo que tope.

La turbulencia de las aguas del escándalo plagiario no había atemperado cuando vino el anuncio de un nuevo aumento de las gasolinas y la electricidad que parece una venganza en el mes de la patria.

O, sea, que no sólo no se cumple el ofrecimiento del señor Videgaray de que “no habría más incrementos de las gasolinas en el Gobierno de Peña Nieto”, sino que estas bajarían de precio conforme se llevará a cabo la apertura del mercado de estos productos.

Y, por cierto, no fueron pocos los políticos los que en su momento lo repitieron al punto de ser una suerte de sinfonía.

Pero, no fue así, hoy se dice que ahora si ya no habrá aumentos de precios porque llega al límite establecido en la política de ingresos de la federación.

Usted, ¿le cree?

A mí al menos me parece que es una nueva chapuza y que antes de que finalice el año tendremos más aumentos sea en las gasolinas o los servicios públicos.

En su lógica de algún lugar deben salir lo que se pierde con la reducción del ingreso y esta vendrá por la vía fiscal.

Y es que las cosas no andan bien, los ingresos previstos para este año no llegan y el gasto público no se reduce.

Especialmente el que tiene que ver con la corrupción que cada día conocemos de nuevos casos y el costo del Gobierno sigue siendo de los más altos del mundo.

Cualquier regidor o diputado local, por poner un ejemplo, gana el equivalente a dos o cuatro mil dólares mensuales.

Y si esto sucede con este cargo de representación local, los salarios de los altos funcionarios cuando menos lo duplican.

Entonces, si el Presidente Peña Nieto no estuviera enojado, quizá hubiera optado mover a los secretarios que nos están funcionando como se especuló para distraer la atención y llegó hasta el envío de mensajes cifrados como la ausencia de Osorio Chong en la despedida fúnebre de la esposa de Emilio Gamboa Patrón.

O, mejor todavía, para estar en el ánimo de la irritación social iría por algunos gobernadores sobre los que hay sospechas de corrupción incluso demandas en tribunales de los Estados Unidos de Norteamérica.

Vamos, sacrificaría a Alfredo Castillo, por los resultados olímpicos que son una miseria para la inversión en federaciones deportivas.

Hoy, el enojo de Peña Nieto, pareciera que es un alivio para todos ellos porque la cacería y los tiros llevan a otra dirección.

Ya dijo Javier Duarte sonriente: Estoy muy tranquilo.

Todavía más, si lo que quiere es ganarse el aplauso hasta de sus detractores, podría de ir con todo el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción para desmantelar piezas a la estructura de la corrupción del país.

Pero, cómo, si él mismo está bajo sospecha.

O, sea, todo indica que tomó enojado estas decisiones que las irradia con abanico sobre la gente que se siente impotente y frustrada.

Enrique Krauze, en sus Biografías del Poder, recordemos, revela una dimensión poco explorada como es la psique del político en tiempos turbulentos con denuestos públicos.

Es decir, en aquel momento de poder omnicomprensivo, donde el Presidente lo era prácticamente todo, el gran legislador, el gran juzgador…

Y si López Mateos tomaba grandes decisiones mientras sufría de continuas jaquecas, Díaz Ordaz lo hacía mientras estaba obsesionado con su fealdad que era motivo de escarnio público, López Portillo que gobernaba metido en escándalos de faldas, Peña Nieto lo hace enojado.

Claro, se podrá argumentar en contra que no son tiempos omnicomprensivos sino de pluralidad, sin embargo, el Presidente sigue teniendo mucho poder y ese poder está permeado por las emociones personales que provoca el escarnio, la burla, las mentadas a todas horas o el señalamiento infame.

Puede vengarse sutilmente a través de decisiones político-administrativas y en aras de la racionalidad en un contexto de turbulencias financieras. Justificaciones no faltan o faltarían.

Hagamos un ejercicio personal, todos y cada uno, tenemos nuestras debilidades, defectos animadversiones o manías, Peña Nieto no puede ser la excepción a la regla, las tiene detrás de esa cara y gestos relajados.

La única diferencia con respecto a nosotros es que toma decisiones desde la máxima posición de poder en el país y sus estados de ánimo deben ser inestables en el ámbito de lo privado, porque se le señala lo menos, como una persona no preparada para el cargo y lo más que por sus yerros debería renunciar o estar en prisión.

Vamos, se le cuestiona, hasta por lo que podríamos decir que le sale bien, cómo promulgar leyes de avanzada en materia de lucha contra la corrupción.

Entonces, las decisiones que tomaron él y su gabinete económico la semana pasada encareciendo no sólo la gasolina y la electricidad, sino por la cadena inflacionaria parecieran haber sido tomadas desde las emociones más negativas.

Y, es creíble, porque habiendo otro tipo de alternativas para sanear las finanzas públicas escoge las que provocan una mayor irritación social y de pilón se queda Alfredo Castillo.

Es una suerte de venganza ante la crítica racional y destemplada.

Cuando no distingue, es que el Presidente, está sin duda, muy enojado.

Esperemos que no entre en un estado de enojo permanente, como la jaqueca de López Mateos, porque ahí está el recuerdo del movimiento de los médicos y luego la movilización de los universitarios del país.

El país no está para arranques de enojo.