Usted está aquí
El policía. Ficciones del COVID- 19
A José Antonio y el bosque entre el mar, donde nació
Estaba sola en casa, sin síntoma alguno. Así que decidió cambiar su espacio de reclusión. Tomó una carta que le había llegado, un tapa bocas, su cuaderno y una botella de agua. Se dirigió al bosque blanco.
Un policía la detuvo.
-A dónde va?
-Al bosque.
-¿Vive usted allí?
-Sí
-Dónde.
-A la mitad de esa elevación ¿puede verla?
-Claro que no. Allí no vive nadie. A ver, muéstreme su identificación.
Mmmmh. Aquí dice que su domicilio está en la ciudad, de hecho al norte. ¿Qué anda haciendo por acá?
-Voy a visitar a mi familia.
¿Cómo? ¿están allá?
-Sí
Contestó y señaló con el dedo la misma elevación
Mire, más respeto por la autoridad. Allí no hay nadie. Regrésese por donde vino.
-Mire oficial, es un viaje esencial.
-¿Cómo que esencial?
-Mire, aquí traigo una carta que lo avala.
Le entrega la carta al uniformado y se pone a leerla. Al final, levanta el rostro que se ha puesto rojo. Contiene su molestia y le dice con furia contenida:
-Oiga usted, pero si esa carta es una farsa. ¡Está firmada por un pino!
-Así es. A poco no usted no sabe que la vitamina B que hace funcionar el cerebro humano. Pues ese pino también tiene vitamina B; así que está capacitado para dar su opinión.
El oficial no daba crédito a lo que escuchaba. Ella continuó.
-Mire, con todo respeto oficial; he visto camioncitos circulando para ir a entregar a las tiendas comida chatarra o cigarros, puro veneno. Y esos sí son esenciales. Y otro tipo de traslados son autorizados por nuestros gobernantes aunque saben que nos hacen daño. ¿A poco eso no le parece un sinsentido? Además para algunos los viajes esenciales son ir a comer a restaurantes finos y nadie los detiene.
-Mire, se me va yendo ya en este…
Suena el celular de la mujer.
-Disculpe oficial es mi familia, le dijo que me está esperando.
Toma la llamada ante la mirada enfurecida del oficial y luego de explicar que va tarde porque la han detenido, le ofrece el celular al oficial:
-Oficial, quieren hablar con usted.
Toma el teléfono molesto mientras masculla:
-Pues quién es, ¡ya estuvo de tanto teatro!
Ella le dice casi al tiempo que toma el teléfono el hombre:
-Es el pino, Pinus pinacea pues.
El oficial escucha una voz; su rostro de paraliza, pues esa voz algo le indica. Entonces dirige su vista aterrado al frente y ve, a lo lejos, a un pino alto caminando hacia él.