El padre Senén Mexic, baluarte de la crónica indígena y mestiza en México

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El padre Senén Mexic, baluarte de la crónica indígena y mestiza en México

Fue promotor de la cultura mixteca, hombre de saberes ancestrales y baluarte de la crónica indígena y mestiza en México

La crónica en México ha existido desde hace siglos, pero no cualquier persona posee la dimensión cronística del padre Senén Mejía Cariño –de origen mixteco–, quien murió apenas el 13 de diciembre del año pasado.

Senén Mejía Cariño, conocido como el padre Senén Mexic, premio nacional de periodismo en 1983 en el género de crónica, nació el 21 de julio de 1929 en Acatlán de Osorio, en la comunidad “Los Hobos” en el estado de Puebla, municipio en el que murió a los 85 años habiendo sido su cronista por décadas.

Cuando en septiembre de 1976 se desarrolló el III Encuentro de Historiadores y Cronistas en la Ciudad de Monterrey y que tuvo como fruto “La Carta de Monterrey”, que propició en abril de 1978 la creación de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas (ANACCIM); fue el padre Senén quien redactó en su carácter de historiador una memoria que hoy es emblemática.

Tal vez por su humildad extrema, aun estando presente en la primera reunión de cronistas de 1978, no quiso que lo consideraran como uno de los fundadores de la Anaccim. Fue un mixteco que atestiguó el surgimiento de la idea de la creación de esta asociación, idea del maestro Israel Cavazos Garza, y luego, de su nacimiento. Desde entonces su fuerte presencia daba testimonio en carne y hueso de la importancia de la crónica indígena, lo que ha retomado la asociación desde agosto de 2020, creándose una comisión para ello.

El padre Senén Mexic fue promotor de la cultura mixteca, hombre de saberes ancestrales y baluarte de la crónica indígena y mestiza en México. Alguna vez dijo ante un grupo de cronistas: “Yo soy la noche, para que brillen las estrellas que son ustedes”.

Los integrantes del Consejo de la Crónica de la mixteca se despidieron en la Parroquia de San Juan Bautista de los restos mortales de su líder después de una velación tradicional, como se acostumbra en la región.

El cronista Senén Mexic era sacerdote de la orden Carmelita y, aunque huérfano y de cuna modesta, llegó a ser un intelectual con brillo propio, también fue un buen literato. Estudió varias licenciaturas fuera de México lo que lo hizo políglota, pero más importante que sus vastos conocimientos fue su amor a la vida que compartía siempre a su alrededor.

Cercano de Emma Godoy, a la que convenció de crear una causa para apoyar adultos mayores. Le dio los Santos Óleos al español León Felipe del que fue confesor. Fue amigo del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal.

Dio una lección de fe y austeridad a obispos, arzobispos y cardenales que llegaron a pedir su consejo; nada que ver con algunas autoridades eclesiásticas católicas que ostentan un aparato de comunicación y llevan reflectores a su paso. En este sentido el inolvidable Padre y cronista de Iturbide, Nuevo León, Pedro Gómez Danés era como el padre Senén, pues sabía que la sencillez era la mejor expresión que un guía espiritual debería manifestar.

A pesar de que grandes figuras como Juan Rulfo, Mario Moreno “Cantinflas” o el tabasqueño Carlos Pellicer lo buscaban para convivir, el padre Senén nunca perdió la perspectiva y postura de ser un hombre de cuna humilde.

Propondré a la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas que se acuñe una medalla que honre su memoria y que se otorgue anualmente a los autores de las mejores crónicas indígenas en México. Me hubiera gustado conocerlo.