El no votante

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El no votante

Un hombre que pide dinero para sobrevivir asegura da su INE sin buscar una recompensa. Confía en que los votantes le darán caridad… pero las cosas no salen como él lo espera

José Guadalupe Coronado Hernández llegó muy temprano e instaló su “changarro” afuera de la casilla 740, situada en la Escuela Ejército Mexicano, en pleno bulevar Pedro Figueroa. 

Aún no había votado. Bueno, sí, porque le dijo la lideresa de su colonia El Álamo, una mujer llamada Bertha, que hiciera de cuenta ya había votado, porque él ya le había entregado la copia de su credencial de elector. 

De cualquier forma don Lupe iba a votar por el PRI.

La lideresa le había dicho que le rayara ahí donde decía Chema María, y el dijo que sí.  

Don Lupe, 75 años, contó que se había puesto en esta casilla electoral porque necesitaba juntar dinero para la operación de la vista de su esposa, María del Socorro González Carreón. Una intervención que le costaba 11 mil pesos y que sus hijos no podían pagar porque ninguno estudió.

Así es que don Lupe se sentó en la banqueta con un costal, su bordón plateado y su bote.

No faltaría, dijo, alguna alma caritativa que le diera una moneda. Ya todos los del rumbo lo conocían, pues antes él solía pedir dinero en la Iglesia de San Pablo Apóstol.

Transcurrieron 15 minutos y nada. Los votantes entraban a la casilla de prisa y sin siquiera reparar en don Lupe.

Que tiempos aquellos, recordó, cuando su papá tenía entre 700 y 800 chivas, allá en el ejido Tanque Nuevo de Parras.

Entonces don Lupe era un chamaco. 

Ya luego todos vendieron sus tierras y de ese ejido ya no quedó nada, nada.

Otros 15 minutos afuera de la casilla y nadie le dio ni un peso. Ni una moneda cayó en el bote de don Lupe.

El no sabe echar discursos, ni decir palabras rimbombantes, como los políticos, no dice nada, solo zarandea su bote de un lado a otro sonando las monedas como para llamar la atención.  

Cuando iban 45 minutos solo una muchacha se acercó a aventar unos pesos en el bote de don Lupe.

Una hora después a don Lupe le empezó a calar el sol y se cambió de lugar, a la sombra. 

Pero nada…

Su mala suerte se mudó con él. 

Don Lupe dijo que si él fuera político haría casas para la gente pobre. 

“Esos jefes agarran mucho dinero, pero pa qué tanto”, se preguntó y siguió zarandeando su bote de un lado para otro ante el paso indiferente, indolente, de los desalmados votantes.