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El narcovirus
Las adicciones a sustancias tóxicas y a las drogas en general están a la orden del día entre los jóvenes de todas las clases sociales, y ese flagelo tan destructivo ha ido creciendo en México a merced de la clase política mexicana asociada a la delincuencia organizada.
Por lo anterior es fundamental que las actuales autoridades federales pongan atención a la implementación de las becas que se ofrecen a los jóvenes en los distintos programas que existen.
Recién llegué de visitar el Valle del Yaqui cuyos pobladores han sido vulnerados desde los tiempos de Porfirio Díaz, dictador que pudiera decirse apuntaló las comunicaciones y la industria del siglo 20, pero también arropó a los grandes terratenientes extranjeros que fueron dueños de haciendas, bancos y de vidas de peones esclavizados.
Díaz, cuyos restos mortales se encuentran en París, Francia, fue el máximo opresor de la Nación Yaqui, pero ahora es el alcoholismo para los adultos y las drogas para los jóvenes las que esclavizan y oprimen a este pueblo originario.
Martín Villa, académico del Itesca, con sede en Ciudad Obregón, Sonora, me compartió su preocupación pues en una institución de preparatoria en la región yaqui, un joven adquirió con el fondo económico de su beca hongos alucinógenos y perdió la razón estando actualmente en una situación crítica. El director de tal preparatoria tuvo que ir a buscar a todo un grupo de jóvenes de ambos sexos que habían abandonado las aulas para drogarse en campo abierto.
¿Qué ocurre con los padres de estos jóvenes? No tienen influencia positiva en sus hijos, no tienen autoridad moral sobre ellos; ¿o es tan potente el narcovirus que no hay poder humano que lo pueda detener?
Algunos jóvenes becarios yaquis al ver reunida una cantidad de dinero que jamás habían tenido, adquieren aparatos celulares y compran drogas, principalmente cristal, que es lo que consumen por económico y porque pueden adquirirlo a través del narcomenudeo.
Hay muchos jóvenes mexicanos que están en condiciones de riesgo ante las drogas por la falta de información sobre las consecuencias de su consumo y, por lo anterior, son un mercado perfecto para los comercializadores de droga.
Si bien en este momento estamos preocupados por el coronavirus y su propagación, es el narcovirus, por así llamar a los efectos que conlleva la compraventa de estupefacientes, lo que ha causado miles de muertes por años en México, no sólo las que representan los adultos que están liderando estas redes oscuras, así como sus intermediarios; sino también los adolescentes casi niños que son asesinados cuando dejan de servir a este negocio.
El narcovirus es algo a lo que tenemos que poner interés y no en las compras de pánico que la sociedad está realizando ante la psicosis de tener que proveerse de víveres ante un próximo desabasto alimentario, provocado por la reducción de las actividades productivas ocasionadas por la pandemia.
Si la sociedad en su conjunto realizara trabajos de fondo coordinados con los del sector público en los distintos órdenes de gobierno para poner un hasta aquí al flagelo de la droga, el narcovirus podría llegar a su fin. Esto se escucha como algo utópico, pero no es justo que nuestros jóvenes sigan expuestos ante una delincuencia organizada que está perfectamente vinculada con el poder y que opera sembrando la muerte repentina en los casos de crimen o muerte paulatina en el caso de los jóvenes que se drogan.