El muro y la grieta: Roma, su dimensión política

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El muro y la grieta: Roma, su dimensión política

Foto: Especial.
Se ha comentado hasta la saciedad los innegables valores visuales, técnicos y estéticos (esa luz sobre el agua a la manera de Tarkovski) en la obra de Cuarón, sin embargo, lo que pretendo aquí es comentar su evidente ascendencia genealógica en una tradición de cine donde el discurso político es una de sus más logradas intenciones.

Me atreveré a decir que Roma es la cinta más rabiosamente política del mexicano –Sí, más que “Niños del hombre”… Desde los sesenta el cine latinoamericano se vio inmerso en la vorágine de la Guerra Fría y como parte de esta pugna, fue visto y ejercido también como un arma ideológica. Están como prueba, entre decenas de ejemplos “La hora de los hornos”(Pino Solanas, 68), “La Batalla de Chile” (Guzmán, 73), hasta llegar hasta la que es quizá una de las mejores cintas que el cine latino parió jamás: “Ciudad de Dios”.
Este tránsito nos muestra que la depuración narrativa ha logrado que la carga política sea cada vez menos evidente y militante, si no implícita: está el caso del argentino Esteban Sapir y sus extrañas cintas: “Picado fino”(96) y “La Antena” (07).

Zovek y los halcones
Como se sabe también, Cuarón no es el primer cineasta que aborda La matanza del Jueves de Corpus o el Halconazo, del 10 de junio de 1971. Ya antes que él, Gabriel Retes (91) había hecho “El Bulto”, donde un fotógrafo izquierdista, puesto en coma por la golpiza, despertaba 20 años después para ver el mundo cambiado.

En una subtrama de Roma, Cuarón incorpora como símbolo fársico y seudo espiritual de la represión a “El increíble profesor Zovek”. El torreonense Francisco Chapa del Bosque, experto en artes marciales y escapista que luego se haría llamar por este apelativo, había sido un niño enclenque, que luego de un riguroso acondicionamiento, llegó a tener récords de resistencia físico atlética de su tiempo, y finalmente elegido para entrenar a los cuerpos represivos. La leyenda negra sobre la participación de Zovek en la formación de los halcones, el grupo paramilitar conformado por pandilleros, criminales y policías que perpetró la matanza, siempre había sido un mito. Pero tampoco Cuarón fue el primero en incorporar la historia a una obra artística.

Ya en una de sus novelas más oscuras, el polémico Paco Ignacio Taibo II había incluido esta versión en “No habrá final feliz”(89), libro que cierra la primera parte de su saga del detective Belascoarán Shayne. Aquí, en vez de Zovek, el escapista y entrenador de matones se llama “Zorak”.

Cabe mencionar que en la vida real, el 10 de marzo de 1972, durante un acto de escapismo fallido, Zovek murió al soltarse de una cuerda suspendida de un helicóptero que sobrevolaba Cuautitlán.
Hasta hoy su muerte se considera fruto de una conspiración.

Política, muerte, lodo

A la trama vital, Cuarón contrapone la política como un ruido de fondo: perros famélicos en calles jodidas mientras altavoces en sordina ponderan las virtudes de Luis Echeverría. Carteles en alto contraste adornan los postes de luz mortecina. Las familias ascendentes conservan las cabezas de sus animales muertos sobre las camas de las criadas, disparan contra la noche y el bosque en un gesto de afirmación y poder. El nombre de Carlos Hank González (artífice del Grupo político Atlacomulco) es voceado entre un lodazal que la gente cruza sobre tablones. En una secuencia que es amarga farsa, un jodidísimo hombre bala cruza el cielo de un campo paupérrimo, mientras el locutor arenga el lema del presidente asesino: ¡Arriba y adelante!

Los halcones adiestran su furor marcial mientras al fondo un cerro pelón –las letras pintadas con cal- grita al paisaje las siglas del artífice también del 2 de octubre: Luis Echeverría Álvarez.

Por ello sostengo que de Cuarón, ésta es su cinta más política: la denuncia nunca tuvo un nombre tan explícito, y el Estado –como en “Padre, Patrón”(77), de Taviani- en figura de presidente, represor o aturdido paterfamilias de la clase media, es un Saturno devorando a sus hijos.

alejandroperezcervantes@hotmail.com