El muro y la grieta: Fotos Robadas
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El muro y la grieta: Fotos Robadas
El espejo del pasado
Hace unos días ampliaciones fotográficas en gran formato de la muestra “El Saltillo de Gabriel Berumen” fueron sustraídas de las rejas de la Escuela Coahuila.
Eran tres imágenes: una, hecha por don Gabriel en 1960, y las otras por su socio y mentor, el ubicuo José Mora, en el año 53 y 57. Todas participaban de un propósito más o menos común: el retrato de la vida en nuestra ciudad en la mitad del siglo pasado.
Como se sabe también, dichas imágenes provinieron de una investigación que rescató los archivos digitalizados de decenas de fotografías alusivas a la vida en el Saltillo de aquellos años. También, por primera vez, estas imágenes se exhibían en la vía pública. La muestra coordinada por la SEC era como si un espejo hecho del pasado se confrontara contra la ciudad de hoy.
Punctum
El inusitado robo de objetos aparentemente sin valor comercial o práctico, activó una discusión sobre las identidades y posibles motivaciones de los autores de este hecho.
Sin embargo, como investigador en el campo de la imagen, creo que la pregunta mayor es otra: ¿Qué elementos en dichas imágenes –que no son las mejores de la muestra– cautivaron a nuestros febriles ladrones?
En su conocido libro “La cámara lúcida” Roland Barthes propone el concepto de punctum: el componente visual que desde una imagen alude a la propia vida del espectador, aquello que “me conmueve y me dice algo muy íntimo y particular…” Curiosamente, dicho punctum no siempre es el elemento más notable de la fotografía, pudiendo ser incluso un detalle anodino. Y contrapuesto a esto, el studium: la convención social en torno al tema de la imagen, en este caso, las formas de vida en el pasado de una ciudad como Saltillo.
Entonces, la pregunta fundamental en este –quiero pensar– estético atraco es: ¿Cuál fue el punctum que detonó el arrojo de los eventuales ladrones?
¿Un gesto inquietante entre la multitud de rostros entrevista en "Bailes Rancheros de la Sociedad Manuel Acuña" (Mora, 1957)? ¿El ademán del infante recitador, el rostro adusto del soldado, los niños descalzos en el último plano de “Héroe" (Berumen, 1960)? ¿La camaradería de aquellos hombres disueltos en un bar de 1953?
Quizá nunca lo sabremos.