El muro y la grieta

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El muro y la grieta

Se ha comentado hasta la saciedad los innegables valores técnicos y estéticos en la obra de Cuarón, sin embargo, lo que pretendo comentar es su evidente ascendencia genealógica en una tradición de cine donde el discurso político es una de sus más logradas intenciones.

Me atreveré a decir que Roma es la cinta más rabiosamente política del mexicano –Sí, más que “Niños del hombre”
 Desde los sesenta el cine latinoamericano se vio inmerso en la vorágine de la Guerra Fría y como parte de esta pugna, fue visto y ejercido también como un arma ideológica. Están como prueba, entre decenas de ejemplos, “La hora de los hornos”, “La Batalla de Chile”, hasta llegar hasta la que es quizá una de las mejores cintas que el cine latino parió jamás: “Ciudad de Dios”.

Zovek y los halcones

En una subtrama de Roma, Cuarón incorpora como símbolo fársico de la represión a “El increíble profesor Zovek”. El torreonense Francisco Chapa, experto en artes marciales y escapista, llegó a tener récords de resistencia físico atlética de su tiempo, y en algunas versiones, entrenador de los cuerpos represivos. Pero tampoco Cuarón fue el primero en incorporar esta historia a una obra artística. Ya en una de sus novelas más oscuras, el polémico Paco Ignacio Taibo II la había incluido en “No habrá final feliz”, libro que cierra la saga del detective Belascoarán. 

Política, muerte, lodo

A la trama vital, Cuarón contrapone la política como ruido de fondo: perros famélicos en calles donde altavoces en sordina ponderan las virtudes de Luis Echeverría. Familias ascendentes que conservan las cabezas de sus animales muertos sobre las camas de las criadas y disparan contra la noche y el bosque en un gesto de afirmación y poder. El nombre de Hank es voceado entre un lodazal que la gente cruza sobre tablones. En una secuencia que es amarga farsa, un paupérrimo hombre bala cruza el cielo de un campo, mientras el locutor arenga el lema del presidente asesino: ¡Arriba y adelante! Los halcones adiestran su furor marcial mientras al fondo un cerro pelón –las letras pintadas con cal- grita al paisaje las siglas del artífice también del 2 de octubre: Luis Echeverría Álvarez. Por ello sostengo que ésta es su cinta más política: la denuncia nunca tuvo un nombre tan explícito, y el Estado –como en “Padre, Patrón”, de Taviani- en figura de presidente, represor o aturdido paterfamilias de la clase media, es un Saturno devorando a sus hijos.

alejandroperezcervantes@hotmail.com
Alejandro Pérez Cervantes