El mundo en pequeño

Usted está aquí

El mundo en pequeño

Ilustración: Vanguardia/ALEJANDRO MEDINA
¿Existen los imposibles para un espíritu humano que no se doblega ante nada?

“Se conoce como voluntad la capacidad que tiene una persona de llevar a cabo un proyecto o idea, más allá de los contratiempos u obstáculos que pueden irse presentando, usando para esto también su constancia, laboriosidad, efectividad, tenacidad e integridad, a fin de cumplir con sus objetivos, en pro de una superación honesta”.

LA PALABRA

“Dys” es un prefijo que en griego significa inadecuado, desorden, separación y “lexis” se refiere a palabra o lenguaje. Es así como nace el vocablo “dislexia”, que en la clasificación americana se denomina “trastorno específico del aprendizaje de la lectura”, y se caracteriza esencialmente por el deterioro de la capacidad para reconocer palabras, por una lectura lenta e insegura y, por tanto, escasa comprensión; además, frecuentemente, el trastorno viene acompañado de alteraciones en la expresión escrita, en el cálculo o en algún otro tipo de desorden en la comunicación.

Es preciso apuntar que este trastorno no se debe a factores relacionados con la inteligencia o a deficiencias sensoriales significativas, sin embargo, la mayoría de las personas ignoramos esto y, por tanto, cruelmente tendemos a estereotipar y rechazar a los que la padecen. Los consideramos tontos, pues pensamos que carecen de la habilidad de entender o comprender, cuando la realidad es que estas personas suelen ser muy inteligentes.

PREJUICIOS

Ir a la escuela todos los días es, para los niños que padecen este trastorno, un verdadero suplicio y, al no diagnosticarlo adecuadamente y en tiempo, la situación se agrava, ya que en verdad ellos llegan a pensar que son diferentes a los demás en un sentido negativo. Además, los compañeros y hasta los profesores llegan a pensar que son descuidados, desatentos, perezosos, soñadores, vagos e inmaduros. 
Esta realidad puede provocar que un niño, antes alegre, social y participativo, se vuelva inseguro, reservado, aislado, y que paulatinamente se convierta en el centro de las burlas y del terrible acoso (bullying) tanto dentro como fuera de la escuela.
Conforme los niños crecen los problemas se agudizan, debido a que los nuevos niveles académicos exigen más a un estudiante que sencillamente no puede leer y comprender como los demás. 

LA LUZ

Lo anterior viene a colación por un programa que vi este fin de semana, y que trata, precisamente, sobre las personas que padecen este trastorno y que, a pesar de los inconvenientes que les provoca, han llegado a destacar en diversas especialidades, desde el ámbito científico hasta el artístico. Personas que narran el sufrimiento que padecieron de niños y que luego se descubrieron a sí mismas como seres únicos. Geniales. 

La verdad es que muchos personajes considerados genios o famosos han sido o son disléxicos, por citar algunos: Albert Einstein, Thomas Edison, Leonardo Da Vinci, Walt Disney, John F. Kennedy, Anthony Hopkins y Magic Johnson. 

EL MUNDO EN PEQUEÑO

Hoy quiero referirme al famoso micro escultor Willard Wigan, quien de niño vivió a grado extremo la pesadilla de la dislexia por no habérsele diagnosticado oportunamente. Este trastorno le provocó un terrible aislamiento que gradualmente se transformó en una pasión: realizar esculturas imperceptibles al ojo humano. 
Hoy Willard es un reconocido artista que esculpe figuras tan pequeñas que caben en la cabeza de un alfiler. Willard, para crear estas obras maestras, utiliza el microscopio y  literalmente suspende su respiración en cada instante que toca la materia prima que se transformará en una sorprendente obra de arte. Este hombre se ha ganado múltiples premios y reconocimientos.

DRAMÁTICO INICIO

Willard narra: “¿Qué me llevo a realizar este trabajo? Todo comenzó cuando tenía cinco años. En la escuela académicamente no podía expresarme, ahí me clasificaban como “nada”. Mi mundo era visto como menos. De modo que no quería ser parte de ese mundo. Pensé que tenía que refugiarme en otra cosa. Entonces, cuando mi madre me llevaba a la escuela yo me daba media vuelta, regresaba a casa y me escondía en el cobertizo de la parte trasera del jardín.

“Luego, una vez que me encontraba escondido en el cobertizo, mi madre, que ya sospechaba algo, llegó, me levanto y me dijo: “¿por qué no estás en la escuela?”, entonces yo le conté que ya no podía enfrentarlo debido a la manera en que me trataba el maestro, ridiculizándome  y poniéndome ante los demás niños como ejemplo de fracaso. 

“Entonces inventé un mundo de fantasía para refugiarme, en donde la dislexia no pudiera detenerme y mis profesores dejaran de criticarme y humillarme. Así es como mi carrera como micro escultor comenzó”.  
(http://www.ted.com/talks/willard_wigan_hold_your_breath_for_micro_sculpture.html).
Vaya forma de ser excluido, pero también –desde una perspectiva positiva– si Willard no hubiese tenido este trastorno, tal vez jamás hubiera descubierto su talento. Por eso, hay personas que padecen dislexia que en lugar de maldecirla la han llegado a considerar como un don de la vida, porque gracias a ella, y después de trabajar arduamente, se han distinguido en su oficio o vocación de vida.

VOLUNTAD 

Sin duda, dos de las virtudes practicadas por Willard durante su vida son la persistencia y la paciencia. Como todas las virtudes, éstas no son dones o talentos que las personas reciben gratuitamente, sino que hay que desarrollarlas a base de una inquebrantable voluntad, misma que debe ser educada. 

Las virtudes son perfecciones humanas que buscan el bien (todo aquello que es bueno para la naturaleza humana es parte del bien) y que diariamente se deben ejercitar con dedicación. 

En este sentido, no basta querer ser persistente, o paciente, sino que es ineludible forjar estos hábitos conscientemente, con esfuerzo, hasta que se transformen en las virtudes personales que distinguen a la persona que la ha conquistado. Las virtudes se sustentan en el crecimiento humano, por eso buscan la excelencia y provocan que toda persona que las trabaja rechace la mediocridad como una opción de vida. Imposible aceptarla.

Gracias a las virtudes humanas las personas somos capaces de enfrentar la vida con dignidad, con altura de miras, con madurez, con esos ideales que cada quien puede tener pero que siempre exaltan lo mejor del ser humano, promoviendo lo que es verdaderamente valioso en la existencia. 

PACIENCIA 

La persistencia de Willard le ha permitido desarrollar el extraordinario talento de esculpir en miniatura. Horas y horas de incansable dedicación, gracias a ella pudo resistir los embates de la escuela, la incomprensión y agresión de sus maestros –tal vez sin querer–  y las burlas de sus compañeros. Nada le fue gratuito, todo ha sido una conquista diaria. Sin quejas, sin lamentaciones. 

Su coraje para lograr metas ennoblece a Willard, hoy es testimonio para todos los jóvenes que no padecen trastorno o enfermedad alguna, pero que inútilmente se lloriquean de la vida, que desperdician su tiempo en millones de “sin sentidos”. Ejemplo para ésos que les gusta andar en la existencia con el freno puesto, para esos que ni siquiera se han dado el tiempo de descubrir sus personalísimos talentos para desarrollarlos a plenitud.

Por su parte, después de haber descubierto su talento, fue la paciencia la que, a lo largo de su vida, le ha permitido superar con serenidad todas las molestias e infortunios que la gravedad de su trabajo sencillamente obliga. Es la paciencia la que siempre le ha permitido esculpir sus esculturas únicas –y su existencia–, la que le impulsa a superar toda dificultad o reto en el trabajo, la que le induce a marcarse metas cada vez más altas.

GENIALIDAD 

El escultor de lo pequeño muestra que para ser grande hay que fomentar, educar y perfeccionar las virtudes humanas (como es el caso de la voluntad), éstas –a pesar de lo que se diga– mueven para bien a un mundo que pareciera ha perdido los afectos y que  se encuentra permanentemente en crisis. 

La persistencia y la paciencia triunfaron sobre la dislexia, ante un trastorno aparentemente imposible de vencer.

¿Existen los imposibles para un espíritu humano que no se doblega ante nada? 
Las personas con voluntad de acero que luchan por sus convicciones, que crecen a pesar (o gracias) de sus mismísimas discapacidades, son sencillamente genios geniales. 

cgutierrez@itesm.mx

Programa Emprendedor  del Tec de Monterrey