El mito del Gobernador lagunero

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El mito del Gobernador lagunero

En 2013, Torreón y La Laguna ocupaban el lugar 44 entre 77 ciudades del País consideradas en el estudio realizado por el Instituto Mexicano de Competitividad para medir la “capacidad para atraer y retener talento en inversiones”.

En 2014, especialistas señalaban que Torreón y La Laguna “se encuentran por lo menos, 15 años atrasados en su desarrollo económico y de infraestructura, lo que tiene serias consecuencias, en la caída drástica de la competitividad, la casi nula inversión de capital en el sector industrial de la región, una muy alta tasa de desempleo y una perspectiva de futuro ‘desalentadora con respecto a otras ciudades del País”. 

El mismo estudio realizado por el Instituto Mexicano de Competitividad en 2014, muestra a La Laguna en el lugar 48 de 78.

Hoy, en 2105, todavía existe un retraso en “instituciones capaces de asumir el liderazgo para promover la competitividad de la Comarca Lagunera”, con y más allá, de la pura explotación de los recursos humanos y naturales para saltar a la economía del conocimiento exigida por los cánones de la globalización. 

Torreón y La Laguna pasan por una crisis de identidad que les impide resurgir como región. Y muestran, por ello, una incapacidad crónica para asumir su propia responsabilidad: Saltillo o Durango son sus respectivos chivos expiatorios. Los laguneros somos simplemente víctimas de las circunstancias.

Pregunto: ¿Por qué darles a esas capitales el privilegio de negar las memorias y las historias heredadas por nuestros abuelos y bisabuelos que fundaron y legaron esta tierra a nosotros? Y que nos obligan a reinventar y construir el futuro de manera cotidiana.

Con esa crisis de identidad, de capacidad autocrítica y de responsabilidad histórica; también hemos perdido la resiliencia para edificar nuestro futuro de manera unificada y compartida.
La paradoja es que nos sentimos orgullosos de ser laguneros, aunque no trabajemos por ello, con un sentido de futuro; autocrítico, responsable y unido.

Quizá por ello, en el sueño infantil de nuestra evasión, imaginamos que un Gobernador lagunero, resolverá nuestros problemas de sopetón.