El Misterio del ‘misterio’

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El Misterio del ‘misterio’

Los ojos del bebé no eran de asombro ante “el misterio”, (así llamaban mi madre y toda su generación a las figuras del Portal de Belén), porque para él, que estrenaba su vida, todo era misterio: ¿Por qué nació en ese hogar, de esos padres, en este siglo? ¿En qué consiste vivir… para qué? Él era un misterio que provocaba el asombro y la alegría de los que lo cargaban, todos sonreían ante su presencia, y los ojos del bebé solamente absorbían, sedientos de luces y sonidos, los colores de las esferas y la ternura de los villancicos.

Los ojos de los infantes miraban a todos “los grandes”, esperaban ya cerca un regalo inminente. Las figuras del pesebre despertaban su curiosidad, ¿qué hacían el burro y el buey en ese escenario? No sabían que esos animales eran los dueños, ese era su “hogar”. Todos los demás eran migrantes, principalmente el niño que estaba en el pesebre. Alguien les dijo “que había venido del cielo con regalos para ellos” y se le quedó muy grabado para siempre.

Para los ojos de los jóvenes “el misterio” ya se había hecho tan repetido que había dejado de ser “un misterio”. Sus imágenes y su historia carecían de profundidad, de simbolismo y de significado. Las habían visto en el cine, en la tele, en los templos, en la casa de la abuela cada año, con el mismo vestuario del manto de la Virgen y el bastón de José. Ningún cambio de moda. El pino sí cambiaba de “look” cada año (dentro de poco habrá un desfile de modas de “árboles de Navidad”). “Siempre es lo mismo”, comentaban, presumiendo una sofisticada opinión y una depreciación del “misterio”.

Aquella Navidad los adultos tuvieron ojos para todos y todo. Sus ojos brillaban revelando emociones reprimidas. Las acumuladas en el pasado, de repente se presentaban en sus anécdotas y recuerdos, en sus personajes de la infancia como actores de su historia que acudían al escenario de tantas Navidades comprimidas en la presente. Esa noche “El misterio” empezaba a ser el sacramento que manifestaba el invisible significado de sus historias.

Los ojos de los alegres empezaron a buscar al abuelo para que proclamara el Evangelio como era la tradición en cada Navidad. Estaba en un sillón, silencioso miraba al “Misterio”. El brillo de sus ojos mostraba una sorpresa inusitada, una profunda admiración, una serena alegría imperturbable. Sus ojos miraban y absorbían “el  misterio”.

Le interrumpieron su contemplación. Ya todos tenían hambre, querían sentarse a la   mesa.
Empezó diciendo: “Hoy no les voy a leer el Evangelio que ya todos conocen”, les dijo sonriendo como alguien que había encontrado un tesoro. “Les voy a compartir lo más admirable que he encontrado en mi vida y que se me fue revelando poco a poco a lo largo de mis años… que ya son muchos”.

Empezó a revelar lentamente su intimidad con palabras que parecían susurros: “Hoy he encontrado el significado invisible del ‘misterio’, visible del ‘nacimiento’. Me abruma ese significado porque creo en él…Creo que Dios bajó del cielo… y que se hizo hombre… y que me ha acompañado en todos los pasos de mi vida… Desde mi primera Navidad en que no entendía nada, hasta esta Navidad en la que sigo sin comprender este ‘misterio’”.

Fue todo su discurso. Se quedó de nuevo en silencio… y esa noche los ojos de todos encontraron lo que buscaban sin darse cuenta: el significado de la Navidad.