El milagro de Anne Sullivan; inquebrantable voluntad

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El milagro de Anne Sullivan; inquebrantable voluntad

ESMIRNA BARRERA
El camino para encontrar el gozo que cada día la vida regala mediante pequeños detalles

Esta colaboración lleva el título de una magnífica película de 1962; un drama biográfico que aborda la vida de Anne Sullivan y Helen Keller. Es un filme sobre el aprendizaje, la compasión y la incomprensión, la soledad compartida y la discapacidad visual y auditiva. Un drama que concede una inmensa lección de entrega incondicional; de la certidumbre del amor humano y de la inquebrantable voluntad para luchar y salir adelante contra toda esperanza.

BIOGRAFÍAS

Existen seres humanos que han desafiado innumerables obstáculos para alcanzar sus sueños. Sus biografías son historias que inspiran y estimulan a otras personas a conseguir altísimos ideales, que también permiten comprender la existencia con ojos renovados: desde la luz del optimismo, desde la grandeza de la esperanza, desde las virtudes de la generosidad, desde la fuerza de la persistencia y el arrojo; en fin, desde lo colosal del amor divino.

Existen historias heroicas -de mujeres y hombres- que develan una luminosa verdad: “el mayor consuelo en la desgracia es encontrar corazones compasivos”, pero esencialmente cruzarse con corazones comprensivos, luchadores, valerosos.

Inquebrantables.

Existen biografías de fe, amor, sobrevivencia y voluntad extraordinarias, que sirven de contrapeso a tantas tragedias, malas noticias y acontecimientos que diariamente nos bombardean, que ayudan a luchar en contra del desánimo y pesimismo, de esas situaciones que luego, de golpe a golpe, despacito, inadvertidamente, oscurecen la visión, afligen y cierran al corazón, provocando que únicamente percibamos el lado negativo del mundo, lo sombrío del alma humana.

Historias como la de Helen Keller y su maestra Anne Sullivan, mujeres inmensas, mujeres universales, que aún hoy continúan infundiendo pasión por la vida.

SILENCIO Y OSCURIDAD

Helen Adams Keller nació el 27 de junio de 1880. Cuando tenía diecinueve meses de nacida, se enfermó con un diagnóstico sombrío, se esperaba su muerte.

Sorprendentemente, la fiebre cedió. Helen estaba fuera de peligro; sin embargo poco después de este grave padecimiento su madre empezó a notar que su hija no podía responder cuando sonaba la campana, o cuando ella pasaba su mano delante de los ojos de su hija. Fue evidente: la enfermedad la había dejado

ciega y sorda.

MILAGRO

Helen empezó a comportarse agresivamente, aventaba los platos y lámparas y aterrorizaba la casa entera con rabietas, gritos y su mal genio. Los parientes la evadían y la percibían como una niña poseída. Aparentemente estaría confinada a una vida repleta de infelicidad, hasta que llegó un gran día: el arribo de la maestra Anne Sullivan, mujer curtida por el sufrimiento, pues también había perdido la visión de niña, había sufrido el abandono de su madre y aún no se recuperaba de la muerte de su hermano. Anne estaba en busca de su propia redención.

Anne ayudaría Hellen a salir de la oscuridad y a emerger de la profundidad del silencio. Ella se convertiría en su fiel acompañante, en su segunda madre y mejor amiga.

¡DADME LUZ!

En palabras de Helen “el día más importante que recuerdo en toda mi vida es el día que conocí a mi maestra, Anne Mansfield Sullivan. Me maravillo al pensar en los inconmensurables contrastes que había entre las dos vidas que reunió ese encuentro. Era el 3 de marzo de 1887, tres meses antes de que yo cumpliera los siete años” (…) ¿Habéis estado alguna vez en el mar en medio de una densa niebla cuando parece que una tiniebla blanca y tangible nos encierra y el gran buque, tenso y ansioso, avanza a tientas hacia la costa con plomada y sonda, y uno espera con el corazón palpitante a que algo suceda? Antes del comienzo de mi educación yo era como ese buque, sólo que no tenía brújula ni sonda, ni modo de saber a qué distancia estaba el puerto. ‘’Luz ¡Dadme luz, era el grito silencioso de mi alma, y la luz del amor brilló sobre mí en esa misma hora!”.

SOBRESALIENTE

El camino del aprendizaje fue extenuante para ambas: “Requirió gigantescas dosis de paciencia, tesón, coraje; y también de fuerza, física y moral; y de cariño, y de convencimiento, y de compromiso. Y, por encima de todo, de amor.”

Eventualmente Helen fue a la escuela de Cambridge, luego entró a la Universidad de Radcliffe, siendo la primera persona sorda y ciega en graduarse con honores.

En la universidad Helen comenzó a escribir su biografía y así, en 1903, publicó su primer libro “la historia de mi vida”, que se convirtió en una obra clásica. En total escribiría 14 libros.

LUCHADORA

Helen y Anne se dedicaron a impartir charlas, en las cuales compartían sus experiencias. Helen contaba su vida y su discurso era interpretado frase a frase por Anne.

Helen emprendió una obra social para mejorar la calidad de vida y las condiciones de las personas ciegas y sordas. También luchó por el voto femenino, se interesó por los derechos de los afroamericanos y por la neutralidad de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

Fue amiga de gente famosa, como Alba Edison y Henry Ford, de innumerables escritores y personas de gran influencia intelectual. De hecho, Mark Twain dijo que las dos personas más admiradas para él, habían sido Napoleón y Helen Keller.

PROPÓSITO

En 1964, Helen fue galardonada con la Medalla Presidencial de la Amistad. Un año más tarde fue elegida como La mujer del Hall de la fama en la Feria Mundial de Nueva York.

Helen falleció 1968, a la edad de 87 años, su gloriosa vida se puede comprender mejor en las palabras que, poco antes de su deceso, le confió a un cercano amigo: “en estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha”.

Helen Keller y Anne Sullivan continúan demostrando que la discapacidad no es limitación, sino posibilidad de sorprender al mundo, culminar sueños y trascender.

CONSEJOS

Anne describió el ‘’milagro’’ que vio suceder en el interior de Helen, origen de una fructífera vida: “Esta mañana mi corazón esta transido de alegría: ha sucedido un milagro. La luz de la comprensión ha brillado sobre la mente de mi pequeña alumna, y, albricias, todo ha cambiado” (…) “La salvaje criaturilla de hace dos semanas se ha transformado en una dulce niña. Está sentada junto a mí mientras escribo, el rostro sereno y dichoso, tejiendo una larga cadena de lana roja (…) Ahora es mi grata tarea dirigir y modelar la bella inteligencia que comienza a asomar en su alma de niña”.

Gracias a ello Keller se transformó en una mujer cuyos consejos aún son vigentes: “utiliza los ojos como si mañana tuvieras que quedarte ciego... Escucha la música de las voces, el canto del pájaro, las poderosas notas de una orquesta, como si mañana tuvieras que quedarte sordo. Toca cada objeto como si el sentido del tacto fuera a fallarte mañana. Huele el aroma de las flores, saborea cada bocado, como si mañana no pudieras oler ni saborear otra vez. Aprovecha al máximo cada sentido, disfruta de todas las facetas del placer y de la belleza que el mundo te revela”, que manera de percibir la existencia humana.

Las biografías de Helen y Anne fueron dolorosas, cuesta arriba, pero también magníficas existencias que iluminan, fortalecen y dan esperanzas a toda persona que, por alguna razón, se encuentra abrumada. Desanimada. Desamparada.

Sus testimonios son inspiradores: representan la grandeza del espíritu humano. Son evidencias que invitan a tener una total disposición para percibir la existencia con los ojos y oídos del alma: colmada de esperanza y entusiasmo.

Tal vez, para comprender lo que Hellen observó y escuchó, sin tener vista y audición, hay que sabernos vivos y dejar a un lado tantos problemas inventados.

Quizás, necesitaríamos estar ciegos y sordos para descubrir lo maravilloso de la existencia; posiblemente, este sea el camino para encontrar el gozo que cada día la vida regala mediante pequeños detalles. Así, de paso, también podríamos encontrar a Dios en nuestro interior y entonces expresar como Helen Keller: “cada día descubro algo que me causa alegría”, haciendo así de la existencia un milagro cotidiano.