El milagro ambiental del T-MEC

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El milagro ambiental del T-MEC

López Obrador tendrá que pensar muy bien, ante el aún poderoso Donald Trump, la manera en que la agenda ambiental tenga realmente un mayor peso

Ante un decrecimiento –aunque mínimo– del Producto Interno Bruto (PIB) de México en 2019, resulta alentador el T-MEC para este 2020. El hecho de tener una excelente logística por la posición geográfica del territorio mexicano y aún un bono demográfico apetecible, sigue haciendo a nuestro País muy competitivo para el mercado europeo.

Lo anterior lo saben en Estados Unidos, país al que se va la mayor parte de las exportaciones mexicanas y que tiene una política de desacoplamiento con China, su potente y acérrimo rival. Tal vez en un primer momento seremos –por costos– los mejores maquiladores, pero tendremos que ir migrando hacia campos de actuación en los que están megatendencias mundiales, como lo es la inteligencia artificial.

Pero el T-MEC tendrá, en una adenda empujada por los estadounidenses, observaciones de carácter medio ambiental para México. El presidente López Obrador tendrá que pensar muy bien, ante el aún poderoso Donald Trump, la manera en que la agenda ambiental tenga realmente un mayor peso.

Víctor Toledo, titular de la Semarnat, es sin duda un académico de pensamiento holístico, pero se ha topado con una curva de aprendizaje que no ha acabado de internalizar en cuanto a cómo partir del marco conceptual hacia la realidad. Por muchos sexenios la corrupción en materia medio ambiental fue beligerante así que, bajo el amparo de licencias ambientales light y sin dientes, muchos recursos naturales se han deteriorado.

Qué decir de las cuencas hidrológicas en nuestro País que son verdaderas cloacas que, además de desdibujar los paisajes culturales que ha construido el género humano en paralelo a la naturaleza, generan muerte de los ecosistemas y de las personas.

El río Lerma es un ejemplo de contaminación en América Latina, el río Balsas también representa un río muerto por la gran cantidad de agentes contaminantes que trasladan sus aguas. Y sobre este río que inicia en Tlaxcala, pasando por los estados de Puebla, Guerrero y Michoacán desembocando en el Océano Pacífico, volveré a hacer comentarios a la luz del T-MEC que exige cuencas hidrológicas sanas.

Desde el 2017 empezaron a alinearse las voluntades de gobiernos locales poblanos y tlaxcaltecas en torno a la Cuenca del alto Balsas, que considera el río Zahuapan que pasa por 48 municipios tlaxcaltecas y el río Atoyac que atraviesa por 22 municipios poblanos.

La problemática era algo que resultaba evidente y que había sido considerada por algunos gobiernos municipales, pero sólo en el plano de la preocupación. En 2002 hubo una denuncia de una población del municipio de Tepetitla, Tlaxcala, que se elevó a un tribunal internacional, pero nada ocurrió para frenar la contaminación que ya estaba afectando la salud pública de muchos por leucemia o cáncer. En 2006 se realizó un intento que fue fallido, para tomar manos a la obra en el saneamiento de la Cuenca del Alto Río Balsas.

Pero durante el 2018 los alcaldes de la región biocultural de esta cuenca empezaron a reunirse y firmaron una carta de intención el 1 de julio de 2019 en la ciudad de Puebla. Luego se involucraron los gobernadores de Puebla y Tlaxcala y al parecer se empantanó el asunto, aunque en octubre del 2019 indicaron que el tema de los ríos era prioritario.

El gran tema es el económico pues se requiere de plantas de tratamiento de agua eficientes y tecnología de punta, y por otro lado se necesita de una legislación dura que no permita la corrupción ni de autoridades, ni de ciudadanos.