El mejor alcalde, el rey

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El mejor alcalde, el rey

Por la prensa me entero que el alcalde de Torreón, Miguel Ángel Riquelme,  es el deseado de las naciones, el prometido, el defensor de los débiles y el azote de los déspotas. No lo sabía pero es bueno saberlo. Torreón había tenido antes el peor presidente municipal, Eduardo Olmos. ¿El peor de Torreón?, ¡no!, el peor de México. Lo recuerdan con demasiados epítetos, no siempre favorables a su persona. De Riquelme sabemos que es el mejor candidato a la gubernatura porque lo dijo una encuesta. ¿Se hacen las encuestas por placer o hay algún dinero de por medio? La respuesta es evidente. Si hago una investigación entre mis alumnos antes del examen final preguntándoles si les gustó mi clase es seguro que me elogiarán. Los encuestadores saben quién paga y deben dejar constancia de que ese dinero fue bien gastado: “¿qué horas son?”, pregunta Don Porfirio. “Las que usted diga, Señor Presidente.” No estoy en contra de Riquelme; tampoco estoy seguro de que sea el mejor candidato, en especial porque no me han avisado que existen candidatos a suceder a Rubén Moreira.

En tiempos idos todo mundo decía que el mejor alcalde que había tenido Saltillo era don Óscar Flores Tapia. Transformó a la ciudad y esto no tiene discusión; la cambió incluso en lo ideológico: una familia lo decidía todo. Luego el profesor Humberto Moreira dijo muchas veces que había superado a Flores Tapia e incluso se lo hizo declarar a un hijo de don Óscar. Humberto le dio su segundo empujón a Saltillo.

De un año para acá hemos visto que el gobernador Rubén Moreira ha tomado para sí las riendas de Torreón y nos muestra casi semanalmente lo que está realizando en esa ciudad. Ni me quejo ni se lo reprocho: Torreón tenía una gran necesidad de apoyos, el primero en cuestiones de seguridad,  puesto que Humberto y Jorge Torres dejaron a la Perla de la Laguna en la peor de las situaciones quizás desde su fundación. Así que Rubén está ejerciendo de alcalde y lo hace muy bien.

Claro, esto implica que no vaya a otros municipios por falta de tiempo o que no los haga beneficiarios de sus programas importantes por falta de dinero. Rubén no asiste a nada en Saltillo para no entregarle a su alcalde un padrinazgo ni remoto. Cuando vino el Secretario de Educación Aurelio Nuño, fue recibido en Arteaga. Es normal, el PRI funciona así. Debía sacarse de la foto a un alcalde de oposición. ¿Darle a Isidro López un lugar, aun pequeñito, en las noticias nacionales?, ¡jamás!

Los lectores habrán leído, no tengo dudas, la obra teatral de Félix Lopez de Vega, “El Mejor Alcalde, el Rey”, que me dio el título de este artículo editorial. Puesto que no funcionaba el alcalde de un pueblo español en el que se cometieron no pocas atrocidades, como, por ejemplo, que un rico se apropiara de una linda mujer y la violara (la obra se escribió en 1620, no vaya usted a pensar que estoy hablando del Veracruz actual). El rey aparece en escena y obliga al violador y a la ofendida a casarse y, de inmediato, decreta pena de muerte al ofensor. A la violada le da una parte de las riquezas del marido, del que ya es viuda. Ésta se casa, de inmediato, con el verdadero amor de su vida, un campesino pobre. Éste accede a pesar de que ella no es virgen (¡nada tonto, ahora es una mujer rica!)

No creo que no se le haya ocurrido a alguien que el licenciado Rubén Moreira es un buen alcalde para Torreón. Pero me pregunto si Miguel Ángel Riquelme lo es o, peor todavía, si será el mejor gobernador de Coahuila. No he dicho que no y tampoco que sí. Simplemente no hay datos para opinar con alguna posibilidad de certeza. A pesar de la encuesta mentirosa, Riquelme es un desconocido en no menos de 30 municipios coahuilenses. Vamos, ni su nombre se tiene en mente. En cambio todo mundo oyó hablar de Eduardo Olmos.

El mejor alcalde, el gobernador. Fue cierto en épocas pasadas y lo es en las recientes. Venustiano Carranza favoreció a Cuatro Ciénegas cuando fue gobernador y creó el municipio de Lamadrid por sus pistolas porque ahí tenía parientes e intereses. Evaristo Madero transformó Parras y Guerrero. Uno de los gobernadores que trabajó para engrandecer Torreón era de Arteaga.