Cuando el astronauta y especialista en botánica Mark Watney (Matt Damon) recupera la conciencia después de sufrir un accidente, evalúa rápidamente su situación solo para darse cuenta que se encuentra en Marte, a más de 500 millones de kilómetros de la Tierra, sus compañeros tripulantes de la misión lo han dejado ahí creyéndolo muerto y entiende que cualquier intento para rescatarlo tardaría casi cuatro años en llegar al planeta rojo. Es una especie de Robinson Crusoe, náufrago en los desolados desiertos marcianos.

Esta solo en un planeta donde nada o casi nada puede sobrevivir y que hay mil cosas distintas que lo pueden matar y miles más por resolver. La gravedad, el retraso en la transmisión de datos, las tormentas de arena, la falta de oxígeno y, el más grave, los alimentos disponibles le permitirían vivir apenas un mes. Y como “primero es comer que ser cristiano” debe de arreglárselas para cultivar alimentos en Marte.

El problema lo resuelve sembrando y cultivando papas en un ambiente controlado y, ante la ausencia de agua para regar, la produce quemando hidracina, un combustible de cohetes que se condensa al combinarse con oxígeno. Así asegura temporalmente el sustento alimenticio que, sumado a sus conocimiento en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas y una voluntad inquebrantable, le permiten sobrevivir años hasta que se acerca a Marte una misión para rescatarlo.

La película “El Marciano” -que aquí titularon “Misión Rescate”- está basada en el libro del escritor Andy Weir y se trata de un buen intento del director Ridley Scott (Gladiador, Blade Runner, Prometeo y Alien) por inspirar un renovado interés del público general en los programas de exploración espacial, que en las últimas décadas hemos dejado de lado para enfrentar los problemas que ahora mismo tenemos en aquí en la Tierra y que, por cierto, son muchos.

“El Marciano” me conmovió, lo que no me esperaba, pues logra con un gran escrúpulo y respeto, marcar a la ciencia como la vía para resolver problemas. El filme es una historia en donde se experimenta el amor, el odio, la envidia, la ansiedad, el orgullo y el heroísmo, emociones humanas que el protagonista logra dominar porque ve todo con el lente de la ciencia. Si puede, véala, y confirmará cómo ha gustado ya a cientos de miles de no científicos, yo entre ellos.

Finalmente, y también respecto a Marte, la NASA dio a conocer la semana pasada “la resolución del misterio de Marte”: se ha encontrado agua líquida. Un estudio confirmó que existen formaciones de agua salada, y que es gracias a estas sales que el agua permanece líquida a temperaturas muy bajas, de hasta 70 grados bajo cero.

Esta noticia puede acelerar nuestro intento por buscar otros mundos a donde migrar. Hoy mismo, se preparan misiones para que en menos de 20 años, un ser humano ponga su pie sobre el planeta rojo para establecer el primer asentamiento humano fuera de la Tierra, en lo que será la más grande aventura en la historia de la humanidad.

La primera vez que los seres humanos estemos en dos planetas del sistema solar al mismo tiempo, será un gran incentivo para cambiar nuestra forma de ver y hacer las cosas como especie, pues iremos a un lugar donde no existe vida y, por consecuencia, no podremos destruir lo que no existe.

Y es que a pesar de que “el agua es vida” y que se ha encontrado agua líquida en Marte, las misiones a ese planeta no han dado aún con evidencias de alguna forma de vida, mucho menos inteligente. Una gran decepción, ya que en la Tierra se ha vuelto un bien en peligro de extinción y más por estos rumbos.

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Celebro con entusiasmo este aniversario y agradezco a sus directivos la oportunidad de escribir y aportar algo en estas páginas. ¡Larga vida a VANGUARDIA!

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