El malestar de la justicia
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El malestar de la justicia
Cuando sucede que uno le desea mal a alguien siempre emerge un sentimiento de culpa, y la culpabilidad es inherente al humano. En no pocas ocasiones se discutió sobre la necesidad de que existan las religiones porque en ellas se incuba la noción de pecado. Pero fuera de las creencias religiosas existe la culpa. Sigmund Freud enseñó que las personas tenemos necesidad de ese sentimiento y que es parte de la cultura. Lo tienen también los agnósticos. La ausencia de sentimiento de culpa sería patológica.
Hace tiempo, unos tres o cuatro años, deseé que el señor magistrado de la Suprema Corte de Justicia Eduardo Medina Mora fuese encarcelado. Todavía no sucede y mi deseo prevalece. Pero su renuncia a esa corporación (uno de los tres poderes) ya se dio. Me alegré sobremanera y no porque él sufra sino por lo que sus acciones significaron para la salud de la nación. Quizás no le pase nada, pero renunciar a ese puesto y a los 333 mil pesos mensuales que ganaba no es algo menor. Doble golpe: al bolsillo y a la honra, ambos muy fuertes. El concepto del honor existe en el mundo entero; su contrario también: la infamia. Y él es inteligente para saber que su nombre quedará en un listado de corruptos. En la Europa medieval y, en parte, en la Nueva España la infamia era muy temida porque se heredaba a los hijos. Eso ya no existe ni tiene sentido. Ahora cada individuo responde por sus actos.
¿Cómo me atrevo a decir que es corrupto si siempre se debe presumir la inocencia de un acusado? Bueno, tal vez porque los actos son tan evidentes que no hay posibilidad de error. Enviar dos millones de libras esterlinas a una cuenta y otros dos millones de dólares a otra no son datos sueltos, sino parte de las marañas de Enrique Peña Nieto y otros expresidentes. No sé si este proceso judicial a uno de los más altos jerarcas del sistema judicial se lleve a cabo o si será sólo un castigo pasajero, una tragedia o una comedia. Al despedirse de sus colegas se veía contento, reía; y sus compañeros de la Suprema Corte lo abrazaban efusivamente. ¿Solidaridad?, ¿buena educación? o ¿lástima?
Ya se habla de que es un acto de venganza del Presidente. Puede ser, no se descarta nada, pero si es culpable debe pagar como están pagando pequeños vendedores de mariguana, borrachines que hicieron algún daño, golpeadores, defraudadores, abusadores de menores. Medina Mora debería ser un espejo de justicia por los cargos que ha ejercido relacionados al tema y no un pillo. Debería demostrar una ética sin fisuras.
Las sorpresas están sucediendo cada día con mayor frecuencia. Ésta fue realmente inesperada. Y volviendo la vista al 2 de octubre del 68, también desearía cárcel para Luis Echeverría Álvarez. Él es un cínico. Ya se le enjuició y Fox le perdonó su participación en los homicidios del Jueves de Corpus y en los asesinatos selectivos de la Guerra Sucia por su provecta edad. Mal hecho. Creo que Echeverría es culpable de múltiples crímenes. Uno muy cercano y sensible para los saltillenses es la manera como se condujo en “el trenazo”. Ocultó todo para que el sindicato ferrocarrilero quedara exento de culpa. Mil muertos lo acusarían, de poder hacerlo. Y los vivos esperamos su castigo (que no se dará, pero la esperanza es lo último que muere). Me gustó que en la película “Roma” se hiciera notar, sutilmente si se quiere, que Echevarría era un delincuente.
Junto a esta pareja de perversos (Medina y Echeverría) hay muchos otros grandes y pequeños, de los estados y los municipios. Tenemos informaciones de muchos de ellos, pero es utópico creer que pagarán por sus culpas. En no pocos casos se corrompieron porque esa era la forma de progresar en el medio político, pasando dinero más arriba. Muchos lo hicieron, pero quien perfeccionó la técnica fue Peña Nieto. Jamás se dio una corrupción tan sistemática y ordenada como en su equipo y entre los gobernadores que lo encumbraron. ¿Irá a pagar Peña Nieto? Algo está pagando cuando es testigo de que a colaboradores cercanos les está llegando la lumbre a los aparejos.
Mientras tanto las noticias nos dejan temáticas novedosas que nos hacen pensar: ¿qué país tenemos?, ¿qué país queremos?