El León: feliz y desacomplejado

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El León: feliz y desacomplejado

El León no tiene prejuicios futbolísticos. Tampoco tiene mucho que perder en una Liguilla a la que se prendió con las uñas, y quizás fue ese click emocional el que le infló el pecho para intentar trascender hasta donde pueda.

Pero el León tampoco es un equipo cualquiera. Como aquel de Matosas, cuyas similitudes pueden encontrarse en la horma ofensiva del equipo, éste de Torrente también tiene contenido.

Sin temor en caer en un exceso de romanticismo, León practica un futbol desinhibido, abierto, por momentos improvisado, libre de complejos y ataduras.

Siempre intenta jugar y eso es suficiente.

Tampoco es la primera vez que León tiene que remar desde abajo para buscar llegar a destino de liguilla. En el Clausura 2014 –cuando fue bicampeón- había alcanzado la clasificación, igual que ahora, en el último partido para colarse en octavo.

Y, al igual como ocurrió en este semestre, en aquella oportunidad también desplazó a Rayados de la Liguilla de último momento. Curiosidades que hoy se vuelven a revivir para describir a un equipo que suele explotar sin avisar y que no necesita reflectores para sentirse candidato.

El León fue el último equipo que ha roto paradigmas en el futbol mexicano con aquella exitosa e inoxidable etapa bajo la tutela de Matosas. Hasta hace poco, la nostalgia le daba vida a aquel equipazo.

Sin embargo, hoy de la mano de Torrente, un entrenador obsesivo de la disciplina táctica al igual que su mentor Bielsa, el León vuelve a tener libertades y a sentirse feliz en los partidos, asumiendo riesgos, pero también proponiendo. Sin sumisiones, sin especulaciones y sin miedo a ganar.

Para Tigres no supone ser un rival de paso. Lo de la ubicación posicional quizás sea hoy un formalismo, más no una ventaja como tal. León ya dio muestras ante el superlíder Tijuana que puede plantear partidos de amplio espectro, es decir, no le teme al ida y vuelta mientras le permitan atacar.

Porque lo del León es ataque y después, lo demás. Tiene al argentino a Boselli como faro ofensivo, como director de orquesta, como goleador implacable y como la referencia viva del buen momento que atraviesa el equipo.

Pero Boselli no podría hacer tanto sin la complicidad de Montes, Cano y Elías Hernández –un asistidor “premium”-, jugadores que no sólo diversifican el ataque, sino que tienen mucha capacidad de gol. El cuarteto ofensivo de Torrente se ha apuntado 23 de los 30 goles anotados.

El León transporta una idea en los partidos, pero nunca juega igual. Suele mover su centro de gravedad. A veces suelta mucho a los laterales Navarro y Velarde para sorprender por afuera. Otras veces, reduce todo a los circuitos interiores apoyándose en el colombiano Mejía. También hace un mix de todo esto, pero nunca renuncia a atacar.

Es paciente, vertical y muy intuitivo, pero también, por su misma ambición de ganar, sufre en las transiciones defensivas. No todo es color de rosa, aunque así y todo siempre acaba con el deber cumplido, independientemente del resultado.

Tigres, por el recordado efecto Guzmán, no le fue bien en su última visita al Nou Camp, pero ello no quiere decir mucho. Futbolísticamente ya todo se sabe de Tigres y hasta dónde puede llegar.

Sólo que ahora se enfrenta a un rival que tiene pies y cabeza, pero también mucho gol, por lo que adversarios como éstos no sólo representan un gran desafío, sino una prueba real de supervivencia en la ruta hacia el título.