El legado de un cronista

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El legado de un cronista

ESMIRNA BARRERA
Generoso en extremo, porque sus libros los tenía en archivos PDF que nos compartía sin ningún interés pecuniario... las obras del maestro José Luis Castro llegaban a todas partes

El viernes en la madrugada falleció por COVID-19 José Luis Castro Aguilar, por antonomasia maestro de cronistas en nuestro País. De gran presencia en el estado de Chiapas, era economista e historiador. Le fueron publicados libros muy sustantivos para la historia de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez de la que era su cronista oficial y libros de Chiapas en general.

Era dueño de una gran sencillez, de hecho, en medio de tantos hombres y mujeres chiapanecos que conozco, de temperamento exuberante; él podría pasar desapercibido por su humilde personalidad y, sin embargo, era el más representativo de ellos. La primera persona que me habló de él fue la poeta y cronista tuxtleca Sara Martínez Rincón, quien me decía que la persona clave para la crónica chiapaneca era su maestro Castro. Le llamé para invitarlo a participar en el Programa de Cronistas del Renacimiento Mexicano, y no solamente tomó virtualmente las conferencias, sino que fue expositor, deslumbrando con su elocuencia a los representantes de las organizaciones convocantes.

Cuando hablaba era notable el dominio que tenía de sus conocimientos. De genio suave, este inolvidable cronista contaba con un humorismo particular. Generoso en extremo, porque sus libros los tenía en archivos PDF que nos compartía sin ningún interés pecuniario. Comparo este gesto de desprendimiento con la actitud de aquellos que celosamente resguardan su capital editorial en cajas y libreros; las obras del maestro José Luis Castro llegaban a todas partes y fueron leídas profusamente.

Gracias a esa forma de compartir tengo algunas de sus obras como “Leyendas Zoques de Tuxtla Gutiérrez”, el estupendo libro “En busca de la Crónica: manual para la enseñanza de la crónica”, y el “Coronavirus en Tuxtla Gutiérrez” al que modestamente el maestro Castro Aguilar llamaba cuadernillo y que está integrado por 15 minicrónicas y un cuento.

Su última aparición en un evento de la Asociación de Cronistas de Ciudades Mexicanas (ANACIM) fue en el curso-taller de “La Crónica en México” el día 13 de enero. Quienes tomamos este iluminador curso-taller, en el que participa también como expositor el maestro Roberto Fuentes Cañizales, pensamos que el maestro Castro retornaría a impartirnos su cátedra, pero lo privó de la vida la pandemia.

Los padres de José Luis Castro Aguilar fueron Mariano Castro Zúñiga originario de Teopisca y María Antonia Aguilar Morales originaria de Comitán, ambos lugares en los altos de Chiapas. El empleo de encuadernador de libros que tuvo a los 18 años en la biblioteca pública estatal le dio la pauta para llegar a ser quien fue. En medio de este trabajo se apasionó por la lectura, particularmente por la historia chiapaneca. Eso lo encaminó a dedicar 37 años de su existencia a la investigación mientras ordenaba archivos y bibliotecas.

En un mensaje de audio, Sarita Martínez con voz llorosa destacó el gran amor del tuxtleco por sus hijos, de quienes hizo comentarios antes de entrar en la parte final de su vida. Ahora este hombre nacido el 2 de septiembre de 1953 y que al morir tenía 67 años, está recibiendo múltiples muestras de afecto. Se está proponiendo su nombre para ser agregado al de la Asociación de Cronistas del Estado de Chiapas del que fue uno de sus fundadores.

Su legado es inmenso. Las frases con las que se expresan sus colegas de la ANACCIM son verdaderos poemas en agradecimiento al profesional de la poesía, la narración, el cuento y el ensayo. Con su muerte, la crónica mexicana pierde a uno de sus más valiosos hombres.