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El lector de montañas

El lector de montañas

La belleza y poder de las montañas es poesía pura que nos espera para congraciarnos con la naturaleza
Ilustración: Esmirna Barrera

Aquella mañana tomamos un helicóptero para sobrevolar las montañas del Valle de Monterrey, que son continuación de la magnífica Sierra Madre Oriental que recorre de norte a sur el estado de Coahuila. 

Aunque es en el otrora llamado Valle de la Extremadura en donde las elevaciones montañosas se conforman de manera caprichosa y espectacular, coronándose con el Cerro de la Silla, por lo que Alfonso Reyes bautizó a Monterrey como la ciudad de las montañas.

Antes del despegue, nuestro amigo brasileño comentó que las montañas estaban dormidas y que pronto los rayos del sol las despertarían. Durante el trayecto del sobrevuelo, el lector de montañas nos habló de la orogénesis única del lugar, que es testimonio del desplazamiento hacia el interior del continente americano de la placa tectónica del Océano Atlántico antiguo que produjo el plegamiento vertical de la superficie –a manera de abanico–, surgiendo las montañas lo que se pueden observar en las elevaciones detrás de la sierra con orientación sur. ¡Estamos en el ombligo del Atlántico!, dijo.

Ya posados en tierra, dijo que cuando los hombres filosofan a partir de imágenes hacían poesía. Luego le hicieron una entrevista muy aleccionadora.

La transparencia de un niño que se sorprende ante lo nuevo y la sabiduría de un viejo que ha andado los caminos de la existencia definen a Rualdo Menegat y él, por su bagaje académico, podría considerarse como un filósofo de la naturaleza.

Amante del arte y la cultura, este hombre de aspecto alemán desde su niñez deseó ser músico y tal vez es lo único que no logró en su vida porque confiesa que no tuvo suficiente talento para ello. Aun así es un conocedor de la música de todos los tiempos.

Es un enamorado del planeta desde los ocho años en que tuvo en sus manos un mapamundi y empezó a leer enciclopedias sobre geografía y geología en los tiempos en que residía aún en su natal Nova Pádua, comunidad de apenas 500 familias en el estado de Río Grande do Sul.

Luego su familia se mudó a Caxias do Sul, en donde a los 10 años empezó a aprender español. Para entonces leía a poetas franceses de la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, como Stéphane Mallarmé y Albert Camus. Ahora Rualdo domina el inglés, el francés y el italiano, pero domina también el lenguaje de comunicarse con los demás con su sonrisa y trato sincero.
Rualdo Menegat realizó sus estudios profesionales en Porto Alegre, de donde es ahora un ciudadano que ha recibido los más grandes reconocimientos.

En el ámbito de la cognición del paisaje y desarrollo de procesos civilizatorios, a partir de sus investigaciones demostró que Machu Picchu fue construida en el cruzamiento de cuatro fallas geológicas lo que explica que la civilización Inca tenía conocimientos sobre la mecánica de suelos. 

La visita de Rualdo Menegat dejó muchos aprendizajes a quienes convivimos con él. Para mí, el más importante fue reaprender que la belleza y poder de las montañas es poesía pura que nos espera para congraciarnos con la naturaleza, y que han representado la guía para la construcción de culturas.