El insostenible Maduro
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El insostenible Maduro
En la actualidad Venezuela atraviesa por una de las peores crisis económicas y políticas de su historia, el gobierno ya no tiene legitimidad, pero tampoco el Congreso tiene margen de maniobra y además el País atraviesa por una importante carestía de productos derivada de una inflación que ha provocado que su moneda, el Bolívar, ya no sea recibida en la mayoría de los países.
Lo peor de esta crisis es que el gobierno de Nicolás Maduro ha sido francamente incapaz de responder a los problemas del País; por ejemplo, ante la falta de energía eléctrica suficiente para abastecer al País, decretó una reducción de la semana laboral de todos los servidores públicos de Venezuela a dos días; es decir, que los burócratas salvo contadas excepciones sólo trabajarán el lunes y el martes, pero cobrarán por todos los días de la semana. En otras palabras, lo que buscan es dejar de producir para salir adelante, en lugar de utilizar la productividad del País como motor para salir de la crisis.
Maduro también arremetió en días pasados contra una serie de empresarios que, agobiados por la falta de insumos, habían cerrado temporalmente sus empresas. El mandatario dijo que esos capitalistas que querían causar escasez iban a ser expropiados y que iba a entregar sus empresas a los trabajadores.
Pero quizá no se da cuenta de que las expropiaciones fue uno de los ingredientes que hundieron a Venezuela en los últimos años. En cuanto las primeras empresas fueron tomadas a la fuerza por el gobierno, muchos inversionistas buscaron un mejor destino para su dinero, privando así a dicho País de más fuentes de empleo.
Afrontémoslo, los empresarios han parado las operaciones por culpa del gobierno, que en lugar de hacer frente a la realidad y ajustar el tipo de cambio ha preferido simular que la inflación no sigue en franco ascenso y ha congelado el tipo de cambio a un precio menor al del mercado internacional. De tal manera que para el gobierno un dólar vale menos de la mitad de los bolívares que se tendrían que pagar en cualquier otro País.
El resultado ha sido que ninguna casa de cambio o banco en el exterior acepte la moneda de Venezuela. Tampoco ahí se pueden comprar dólares, así que todas las industrias que compraban algún insumo en el exterior en dólares o en bolívares, ya no lo pueden adquirir.
Dicho de otra forma, los empresarios no pararon por gusto, sino porque la crisis les ha hecho imposible producir; ellos son las víctimas y ahora con la amenaza de expropiación los están victimizando de nueva cuenta. Pero lo peor es que si los expropian, los trabajadores tampoco podrían obtener los insumos necesarios para producir y a la larga terminarían por ahogar al empresariado de Venezuela.
Lo de Nicolás Maduro no sólo es obstinación para mantenerse en el poder, sino una franca incompetencia. Sus decisiones dejan traslucir a una persona ignorante y poco calificada para desempeñar la Presidencia. La mayor parte de las encuestas ya muestra un apoyo abrumador hacia la revocatoria de mandato que acabaría con el gobierno de Maduro y pondría en el cargo a una administración provisional.
Hay una probabilidad de que estemos frente al ocaso del Chavismo, pero es iluso creer que el proceso será terso: ni Maduro, ni algunos de sus aliados como Diosdao Cabello o Elías Jaua están dispuestos a dejar su posición porque saben que una vez que no tengan poder, serán perseguidos y quizás encarcelados por cargos de corrupción.
Es decir, si los aliados de Chávez pierden esta batalla saben que sus carreras políticas estarán terminadas y tendrán que huir del País. Por eso no debemos dudar de que utilizarán todos los recursos que están a su disposición para mantenerse en el poder, incluido el uso de la fuerza militar en contra de los ciudadanos que salgan a protestar.
A pesar de lo anterior, las condiciones están dadas para la alternancia, en primera instancia tienen un ambiente internacional propicio, en el que a Maduro le quedan muy pocos aliados; además tienen el control del Congreso y pueden impulsar cualquier proyecto de ley y, por si fuera poco, hay una ciudadanía que ha llegado a importantes niveles de hartazgo.
En los próximos meses, podríamos ver en Venezuela el inicio del proceso de referéndum contra Maduro desde el Congreso, seguido de una movilización militar como reacción del gobierno, pero que a su vez detonaría en protestas sociales que, si escalaran en volumen, difícilmente serían reprimidas por los militares que al desobedecer las ordenes del gobierno propiciarían la caída del mismo, tal como sucedió en otros lugares como Túnez, Egipto, Polonia, Hungría o la antigua Checoslovaquia.
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@victorsanval