El inicio de una crisis sin precedentes

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El inicio de una crisis sin precedentes

Debido a lo que está sucediendo en el mundo por la incertidumbre del COVID-19 y la crisis económica global (que está comenzando a manifestarse), no existe un cálculo de la magnitud del desastre que pueda provocar. Esto, aunado al desequilibrio y desregulaciones, con fuertes políticas, sin limitaciones y sin restricciones del paradigma dominante cumpliendo con su postulado máximo laissez faire, laissez passer.

Instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectan que la crisis venidera será el desastre más trágico del capitalismo moderno, 30 veces mayor que la crisis económica mundial de 2009 y más severa que la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado.

Algunos expertos en materia económica señalan a la pandemia del COVID-19 como la culpable que provocó la crisis, como si fuera este microorganismo (imperceptible por el ojo humano y sin raciocinio, ni clase social, color de piel o etnia) culpable de la contradicción social de la falta de hospitales, equipos médicos y el aumento apresurado de los enfermos por coronavirus.

Cuando la crisis sanitaria se originó por “innovadoras políticas” públicas en pro del mercado que entregaron los derechos indispensables de la humanidad al amparo del libre mercado, como la seguridad social, y es concebido como una mercancía más dentro de las leyes de oferta y demanda. Hoy estamos sufriendo las consecuencias de tan innovadoras políticas. 

La dinámica económica mundial estaba creciendo cada vez menos por año (con referencia a su período anterior con un ritmo promedio de decrecimiento de 0.1 por ciento por periodo en el ciclo económico, desde 2010) desde la crisis financiera mundial del 2009, cuando todavía no existían precedente de la existencia del virus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19. 

De igual forma, fue desacelerando su ritmo de crecimiento y la reproducción de capital, por lo que era cada vez menor el tiempo de rembolso de la inversión para reactivar el proceso productivo en el ciclo, mientras que las promesas a futuro (o acciones) de las proyecciones productivas en la bolsa de valores iban al alza por las expectativas de ganancias a futuro y por el aumento desmesurado de la productividad en las esferas de la producción y comercios, que ocasionaba el aumento del desempleo y la pérdida del ingreso familiar por la reducción de costos en el proceso productivo (reducción de salarios) y maximizar la ganancia de la que hoy estamos viviendo los efectos.

Según datos del Banco Mundial, la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial en el 2010 era 4.29 por ciento y en 2018 fue de 3.05 por ciento con decrecimiento de 1.24 por ciento en comparación con el 2010, mostrando una tendencia negativa con un ritmo cada vez más lento de la reproducción de capital. 

Por otra parte, el valor especulativo de las bolsas de valores del mundo en el 2010 era 88.4 por ciento, mientras que en 2018 era de 92.2 por ciento con respecto al PIB mundial, esto muestra un aumento de 4.44 por ciento de 2010 a 2018 y la tendencia positiva con un aumento de circulación de las especulaciones de capital 12 veces más de lo que se produce; sin embargo, el comportamiento del mercado accionaria-bolsa de valores es contradictoria a la lógica de la economía real como si fuera un universo alterno a la realidad, no obstante, los rendimientos de las acciones nacen en la economía real. 

La pregunta es ¿cuál será el tamaño de la burbuja financiera especulativa mundial?

Las primeras manifestaciones de las caídas de la bolsa de valores se presentaron el pasado mes de marzo, conocido como “El jueves negro del 2020”, donde los principales índices de cotización como el de Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq de la Bolsa de Nueva York se desplomaron por casi 10 por ciento  afectando así a las demás bolsas del mundo con una caída promedio de 8 por ciento, la peor caída desde el último trimestre de 2008, por otro lado, es el inicio de una serie de caídas del sector financiero que no se vislumbra el tamaño de la adversidad.  

A finales del mes de abril, el Departamento de Trabajo de EU, reportó en el mes de abril de este año que se perdieron 20 millones de empleos, con una tasa de 14.7 por ciento. Fenómeno nunca visto en la historia de EU; no obstante, la Oficina de Análisis Económico del Gobierno (BEA, por sus siglas en ingles) de Estados Unidos, anunció una contracción del PIB en -4.8 por ciento en el primer trimestre de este año. Siendo así que la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) anunció la caída más abrupta desde 1995 de la eurozona de -3.8 por ciento en el primer trimestre de año, mientras que el resto de la Unión Europea (UE) cayó -3.5 por ciento en el mismo periodo. También informó que la tasa de desempleo en la zona europea en el mes de marzo se mantiene en 7.4 por ciento, aseguró que seguirá en aumento.

La pandemia del COVID-19 acotó la llegada de la crisis económica mundial, que es un efecto natural de las contradicciones de las fuerzas productivas del sistema capitalista en su ciclo productivo para su restructuración y reorganización de su proceso de acumulación. Como dice el filósofo esloveno Slavoj Žižek: “un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista”; pero no será el fin de su predomino como sistema económico. Tal vez de su paradigma dominante: el neoliberalismo. 
La historia nos ha enseñado que para cambiar un sistema de producción y su estructura socio-económica, son necesarias las fuerzas políticas y sociales que lo 
derrumben.

Antonio Castro
Opinión invitada