El imperio que conviene

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El imperio que conviene

La connotación de la palabra “imperio” tiende a ser negativa. Se hace referencia a imperios como algo del pasado que rara vez acabó bien. De hecho, las definiciones de la palabra imperio, según la Real Academia Española, varían desde “acción de imperar”, “hegemonía”, “aire de autoridad y señorío” a “estado cuya forma de gobierno es un imperio”, “potencia hegemónica”, u “organización política de un Estado regido por un emperador”. Tal vez cuando escuchamos la palabra imperio una de las primeras reacciones es pensar en la Guerra de las Galaxias y ubicar al Imperio Galáctico como “los malos de la película”. Tal vez por no ser un fiel seguidor de las películas de “Star Wars” es que viene a mi mente Darth Vader como el líder del Imperio, cuando en realidad él era “solo” el Comandante Supremo de las Fuerzas Imperiales y estaba bajo el mando del Emperador Palpatine. Este último es quien dijo: “¡Somos un Imperio manejado por la mayoría! ¡Un Imperio regido por una nueva Constitución! ¡Un Imperio de leyes, no de políticos! ¡Un Imperio dedicado a la preservación de una sociedad justa; de una sociedad a salvo y segura! ¡Somos un Imperio que perdurará diez mil años!”. Por lo visto, Palpatine estaba buscando una transformación de la galaxia con delirios de grandeza y aficionado a regir por la fuerza. Aquel que buscara retarlo se enfrentaría con violencia implacable. Pero bueno, en realidad no soy crítico de cine y no sé en quién se habrá basado el escritor de Star Wars para el personaje de Palatine o Darth Vader, aunque es fácil identificar políticos y figuras públicas reales que se comportan como villanos de película. La referencia al Imperio Galáctico no es más que una pequeña distracción sobre lo que debería ser otro imperio con el cual nos deberíamos sentir identificados y buscar que sí perdure, si no diez mil años, por lo menos unos diez o veinte para enderezar muchas cosas que en México no funcionan porque este imperio no ha tenido éxito.

Las últimas semanas han estado llenos de debates acerca de los aparentes destrozos que la 4T está llevando a cabo en cuanto al respeto por las leyes, la constitución y las instituciones que se han ido formando en el México más democrático de los últimos veintitantos años. No pasa día sin que las redes sociales exploten con mensajes, memes y “análisis” de todo tipo de profundidad señalando que “el fin del mundo” se acerca porque el gobierno del presidente López Obrador y su partido, otra vez, están viendo la forma de hacer valer su mayoría y el poder que se les otorgó en 2018. El Senador Monreal sigue tirando sus buscapiés legislativos con una frecuencia que hace dudar de sus intenciones reales y su verdadera postura sobre los temas relevantes para el país. Para quienes son alérgicos al presidente AMLO o a su 4T, no hay ángulo salvable en temas como política energética, regulaciones sobre institutos autónomos, Suprema Corte. Para quienes son fieles aplaudidores de la causa 4T, no existe omisión u error que señalar en el actuar del presidente y los suyos.

Lo interesante es preguntarse si estos cambios a reglamentos y leyes son novedosos y tan escandalosos como creemos o si es simplemente el gobierno en turno haciendo lo que antes hicieron otros a su antojo, pero con un sabor distinto. El tipo de cambios que se proponen hacen un ruido desproporcionado entre los que opinan, los medios de comunicación, los analistas de siempre, principalmente porque no están siendo propuestos y manejados por los políticos que ellos sienten afines. Lo mismo pasa en redes sociales, una vez que nos ponemos en el canal de criticar todo lo que salga de boca de AMLO o de Monreal & Co. no habrá forma de encontrar ángulo positivo. Pero el tema que nos debe escandalizar no es que se cambien o ajusten leyes, sino que las que había y las que quedarán después del 4Tornado se seguirán respetando igual que antes (cero) si no existe una verdadera reforma en lo que a impartición de justicia se refiere, desde el reglamento de tránsito a nivel municipal, hasta la controversia constitucional que llega a la SCJN. En México no hay imperio de la ley y estamos lejos de que siquiera se asome. ¿Qué es el imperio de la ley? Según la Enciclopedia Jurídica, se define como el régimen jurídico en el cual gobernantes y agentes se hallan sometidos, para sus decisiones particulares, a la observancia de las normas de derecho sentadas por las leyes y los reglamentos. Implica el reconocimiento del principio de legalidad y que se sometan los agentes del Estado y los particulares a la ley aplicada por un juez. ¿Y si mejor nos ponemos todos a buscar que las leyes que tenemos, de las más simples a las más complejas, se cumplan? Pidamos a todos los que administran el gobierno que “cumplan y hagan cumplir” las leyes y que sepan que no hacerlo no es opción.