El gris ocaso de la PGR
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El gris ocaso de la PGR
Una de las etapas más constructivas de la Procuraduría General de la República (PGR) fue cuando don Emilio Portes Gil asumió su titularidad para convertirse en un verdadero abogado de la nación, en apoderado jurídico del Gobierno y dique de contención contra los excesos de poder de todo el andamiaje burocrático, excepto, claro está, del presidente de la República, que sigue siendo el único que está por encima de la PGR y de la ley, aunque se diga lo contrario.
Usted pensará que es un anacronismo citar a Portes Gil en el contexto actual de la PGR, dirá que es una mala comparación de épocas, pero de eso se trata, de resaltar las enormes diferencias cualitativas entre una Procuraduría en construcción y otra en decadencia y descomposición.
Emilio Portes Gil poco antes de ser procurador general había sido presidente de la República y, además de eso, secretario de Gobernación, gobernador de Tamaulipas, presidente del b(abuelo del PRI) y miembro de una facción de poder que en ese tiempo encabezaba el jefe máximo de la Revolución, don Plutarco Elías Calles.
Y vaya que Portes Gil tenía un alto perfil para dirigir la PGR si tomamos en cuenta que antes de llegar a la Procuraduría, don Emilio ya había resuelto conflictos tan graves como la Guerra Cristera, cuyo acuerdo de pacificación firmó con el alto clero. Asimismo había sofocado la rebelión escobarista, un levantamiento militar convocado con el Plan de Hermosillo. También había solucionado con éxito la gran huelga estudiantil de 1929, otorgando la autonomía universitaria, y superó un conflicto político con el máximo dirigente obrero Luis N. Morones, de la CROM.
No cabe duda que con tal perfil en la Procuraduría la seguridad jurídica de este País estaba depositada en una gran institución, tanto así, que el presidente delegaba en la PGR la elaboración de proyectos de ley, dada su certeza y confiabilidad.
Por el contrario, la imagen que hoy tenemos de la PGR es policial y represiva, como ariete de persecución política, de lucha contra el narco y la delincuencia organizada (su equivalente en EU, el “Attorney General”, poco tiene que ver con tales asuntos), y resulta muy preocupante que al frente de la PGR está hoy un encargado de tan bajo perfil si lo comparamos con don Emilio, coincidiendo únicamente en que ambos son egresados de la Escuela Libre de Derecho y de estar relacionados con una mafia de poder, ya que don Emilio era parte del maximato (verdaderos revolucionarios progresistas) y don Alberto Elías Beltrán lo es hoy del grupo Atlacomulco (neoliberales de ultraderecha y del Yunque).
Grandes procuradores fueron Portes Gil, José Aguilar y Maya, Francisco González de la Vega, Fernando López Arias, Antonio Rocha Cordero y don Sergio García Ramírez. Después de ellos llegaron otros de corte policial, los de poderosas cofradías y de militancias partidistas.
Hoy en el gris ocaso de la PGR está de imaginaria la presencia de Elías, un encargado cuya remoción se ventila en el Senado de la República. Un peón de brega de ese grupo de “abogánsters” del Edomex. Una mafia peligrosa por la urgencia que tiene de una ratificación o la creación de una fiscalía afín y transexenal. De concretarse, esa fiscalía sería como las creadas en Coahuila; inútil, a modo, viciada de origen y totalmente capada.