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El gol no llegó al Derbi Madrileño
La sequía acabó por alejar la Liga de Madrid. El derbi de la capital española entre el Atlético y el Real Madrid se saldó con un empate 0-0 que deja a ambos equipos al borde del colapso y a diez puntos de la cima de la tabla. Los madrileños, más igualados que nunca, aunque sea en sus penurias. Sumergidos en sendas crisis, con los técnicos rodeados de dudas y dos delanteras que no levantan.
Un cobro lejano de Cristiano Ronaldo fue el único disparo a puerta en todo el primer tiempo. El balón venía flojo y Jan Oblak pudo desviarlo a tiro de esquina con facilidad. Habían pasado 35 minutos sin que ninguno de los dos equipos generara grandes oportunidades. Los locales, sin mucha más creatividad que las llegadas por banda de Ángel Correa; los de blanco, con una delantera extrañamente estática que tiraba por la borda los esfuerzos de la media por manejar el balón.
Pero las ganas de ambos equipos de llevarse el partido eran notorias. Es lo que tiene llegar con urgencia a un partido de una inmensa carga emocional.
Los 22 estaban plenamente conscientes de la situación. El perdedor ya podía ir pensando en otro torneo con qué salvar la temporada - y al Atlético, al borde de la eliminación en Champions, no le quedan muchas opciones.
Los rojiblancos, que además siguen de 'estreno' y albergaban el derbi en el Wanda Metropolitano por primera vez, salieron a dar el máximo mostrando cosas que hacía tiempo no se les veía. Juanfran corría como en 2014 y en un sprint incluso cortó la progresión de Cristiano Ronaldo, que en contraste ha bajado las revoluciones. Griezmann buscaba cada hueco. Correa mareaba a Marcelo y la central, Godín y Savic, no dejaban pasar un balón.
Pero el ímpetu les duró esa media hora sin grandes noticias de los merengues en la portería de Jan Oblak y no lo pudieron aprovechar. Simeone se lamentaba histriónicamente en el área técnica ya desde el minuto cinco, cuando Correa falló la más clara solo ante Kiko Casilla.
El balón, otra vez, no ha querido entrar y el costo ha sido alto.
Conforme bajaba la intensidad del Atlético, que hasta entonces había logrado incomodar lo suficiente a los merengues para mantenerlos a raya, aumentaba su agresividad. O los impulsos desmedidos, según se vea.
Benzema se llevó un balonazo gratuito en la cabeza cuando estaba tendido en el suelo tras recibir una falta después de que Correa reventara el balón. Sin intención, juzgó el árbitro. Un accidente.
El siguiente costó sangre. La del capitán merengue Sergio Ramos que acabó con una fractura en el tabique nasal después de llevarse una patada de Lucas Hernández en la nariz cuando intentaba el remate de cabeza en un tiro de esquina. Clamaban los merengues por que se decretara el penal, pero Fernández Borbalán dejó seguir el encuentro sin más. El andaluz no pudo volver para la segunda mitad, dejando su lugar a Nacho Fernández.
El partido perdió cierta intensidad a raíz del incidente. Atlético se aferró a su costumbre de encerrarse para no encajar y ya si alguno de sus delanteros de refresco, Gameiro y Torres, lograban pescar un balón y ganarle en la carrera a la tradicionalmente caótica defensa merengue, mejor. De lo contrario, más valía un punto que ninguno.
Y con ese punto que en la práctica no ayuda a ninguno de los dos se han quedado. En gran parte porque el ataque del Real Madrid así lo quiso. No importaron las veces que Toni Kroos, Isco o Luka Modric rompían las líneas rojiblancas. Rara vez había un rematador en su sitio, y cuando llegaba a aparecer, ahí estaban las manos seguras de Oblak. O la falta de tino que tantos puntos ha costado al campeón y que hoy prácticamente lo ha dejado fuera de la contienda.