Usted está aquí
El G7, un selecto club criticado por obsoleto
El G7, que desde este sábado hasta el lunes celebra su cumbre anual en Biarritz, en el suroeste francés, reúne a Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y Japón, un club de grandes potencias que sus críticos ven obsoleto y desacorde al nuevo orden mundial.
Entre los siete representan cerca del 40 % del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y el 10 % de la población del planeta, y tres de ellos (Francia, Reino Unido y Estados Unidos) son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
En el momento del nacimiento de ese grupo, en 1975, suponían el 70 % del PIB mundial, por lo que convocó a la principales potencias avanzadas de la época.
- ¿Por qué se creó?
Fue concebido por iniciativa del entonces presidente francés Valéry Giscard d'Estaing para definir una postura común ante la primera gran crisis petrolera y para hablar sobre el impacto de la supresión en 1971 del llamado "patrón-oro", que dio paso a los actuales cambios flotantes de las monedas.
Canadá se unió al grupo en 1976 y Rusia en 1997 (con lo que se conformó el G8), aunque esta última fue expulsada en 2014 tras la anexión ilegal de la república autónoma de Crimea.
La Unión Europea (UE) fue asociada en 1977 y participa en todas las discusiones, representada por los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea.
- ¿Cada cuánto se reúne?
Los jefes de Estado y/o de Gobierno de sus países miembros se juntan una vez al año en la nación que ostenta la presidencia de turno, pero ese encuentro va precedido en los meses anteriores de sesiones de negociación y trabajo por parte de ministros y representantes de los diferentes ámbitos tratados.
- ¿Qué diferencia al G7 de otras organizaciones internacionales?
El G7 es un foro informal de debate de alto nivel. No tiene existencia jurídica ni secretariado permanente o miembros de pleno derecho. Su presidencia la asume por turnos cada una de sus naciones, que se encarga a su vez de organizar la cumbre anual y las reuniones ministeriales previas.
- ¿Cuáles son sus temas de debate?
Aunque su objetivo inicial fue debatir sobre la gobernanza económica mundial, su agenda se ha extendido a cuestiones de actualidad internacional, como la crisis climática, el pacto nuclear iraní, el combate contra el terrorismo o la lucha contra las desigualdades, tema central de este año en Francia.
- ¿Cuáles son sus resultados?
El G7 no es solo un marco informal de discusiones.
Ofrece la posibilidad de entablar un diálogo entre mandatarios y sus reuniones impulsaron en el pasado la creación del Grupo de Acción Financiera Internacional(GAFI), el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo o el Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
- ¿Cuántas cumbres ha organizado Francia?
La de Biarritz es la séptima que se celebra en territorio francés, tras las que tuvieron lugar en Rambouillet en 1975, en Versalles en 1982, en París en 1989, en Lyon en 1996, en Evian en 2003 y en Deauville en 2011.
Un G7 lleno de "precarios"
El empleo de líder de una democracia occidental se suma a la larga lista de oficios precarios de nuestros días: así lo evidencia la inestabilidad en sus cargos de la mayoría de participantes en la cumbre del G7 que se abre hoy en Biarritz.
Si el presidente francés, Emmanuel Macron, hubiera decidido colocar la reunión más tarde este año, quizá buena parte del plantel que desfilará por el País Vasco francés podría haber desaparecido de la foto oficial.
De las siete potencias que componen el grupo de viejos países más desarrollados, solo Francia, con Macron, y Japón, con Shinzo Abe, parecen tener una relativa estabilidad y cuentan con seguir al frente de sus países al menos dos años más.
La continuidad del resto cuelga de un hilo: algunos están pendientes de que se resuelvan crisis políticas, como son los casos del italiano Giuseppe Conte o el británico Boris Johnson, y otros ven las elecciones en un horizonte más o menos cercano, como el canadiense Justin Trudeau o el estadounidense Donald Trump.
Conte presentó su dimisión esta semana y ya ejerce en funciones, a expensas de que el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático alcancen un acuerdo que podría suponer su continuidad y evitar por el momento las elecciones.
También se halla en posición delicada Johnson, que se juega de aquí al 31 de octubre, no solo la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sino también su propio puesto, que no está garantizado por la precaria mayoría parlamentaria con la que cuenta.
Trudeau, en momentos bajos de popularidad, se enfrenta al refrendo de las urnas en octubre, y un año después será el turno de Trump, que en breve convertirá el final de su mandato en la tradicional (y eterna) campaña electoral.
El caso de la canciller alemana, Angela Merkel, es particular, ya que aunque todavía debe seguir hasta las elecciones de 2021 al frente de su país, el anuncio de su próxima retirada y las dudas sobre su salud la colocan en una posición debilitada.
En estas condiciones, parece difícil avistar decisiones de gran calado en Biarritz, más aún vista la fragmentación que divide a un grupo otrora mucho más homogéneo.
La provisionalidad en el G7 se extiende a otros líderes que también estarán en Biarritz, pero que no dirigen ninguno de esos siete países.
El polaco Donald Tusk llevará la voz de la UE como presidente del Consejo Europeo aún a sabiendas de que el belga Charles Michel lo reemplazará a partir del 1 de diciembre.
Idéntica situación a la del presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, que ni siquiera asistirá a la cumbre tras haber sido operado esta misma semana, y que, de todos modos, cederá su puesto a la alemana Ursula von der Leyen el 1 de noviembre.
Tampoco entre los invitados a la kermés pintan mejor las cosas: el español Pedro Sánchez sigue en funciones desde la celebración de las elecciones del pasado abril, sin que hasta el momento haya conseguido una mayoría suficiente para formar gobierno.
La inestabilidad política en los miembros del G7 (EU, Alemania, Japón, Canadá, Italia, Reino Unido y Francia) y sus satélites dice mucho sobre el estado de salud de las grandes democracias occidentales, sobre todo si se contrapone a los liderazgos que reúne el otro gran foro de estas características, el G20.
En ese otro grupo, creado en 2008 por los efectos de la crisis económica, jefes de Estado como el ruso Vladímir Putin, el turco Recep Tayyip Erdogan, el chino Xi Jinping o el indonesio Joko Widodo llevan años instalados en el puente de mando y no se vislumbra que vayan a abandonarlo en el corto plazo.