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El futuro que viene
A través de cualquier dispositivo, las redes sociales y los buscadores son capaces de predecir nuestros gustos mucho mejor que los amigos y que nosotros mismos, a base de dar a conocer nuestras preferencias sin necesidad de comunicárselas a nadie.
¿Quién iba a decir en los años ‘80s, cuando nacieron los actuales millenials, que una máquina podría conocernos mejor que nuestros padres o nuestra pareja? Algo similar pasará dentro de dos o tres décadas, cuando los análisis médicos, la compra del mandado y las lentes para corregir defectos de la visión, sean sólo recuerdos del pasado.
Por lo pronto, aquí tiene varios ejemplos de lo que viene…
Nadie conducirá un automóvil
A la Licencia de Conducir le queden tan sólo dos décadas de vida. Según el investigador en robótica, Henrik Christens, el coche autónomo es cada vez una realidad más cercana. “De hecho, podría asegurarse que los niños que nazcan a partir de este año no tendrán que conducir automóviles cuando sean adultos”, dice Christens. Incluso, hay quien va más allá y augura que conducir automóviles podría quedar prohibido en las leyes del futuro.
No habrá Servicio de Correos
En Canadá, los ciudadanos ya pueden ir olvidándose de esperar al cartero. En 2013, la Oficina de Correos canadiense anunció que en 2019 se iniciará la retirada progresiva de la entrega de documentos postales a domicilio. De hecho, el oficio de cartero ya encabeza los listados de las profesiones que quedarán obsoletas en el futuro cercano. Según datos de 2015, la previsión de crecimiento del Servicio Postal de EU, para 2022, en realidad tendrá una reducción del 30%. Todo ello a causa de los e-mails, de las redes sociales, del pago electrónico y de otros servicios digitales que se han ido acelerando con el uso de los dispositivos móviles, y que han reducido notablemente la necesidad de empleo en esas áreas.
Desaparecerán las pantallas
Muchas de las interacciones del futuro se realizarán con gafas de realidad aumentada, a modo de hologramas en el espacio físico, que harán olvidar la típica pantalla de la computadora y del móvil, como primera fuente de comunicación. La desaparición de la pantalla implica todavía muchos retos técnicos y psicológicos, pero traerá consigo un cambio de paradigma comunicativo total, donde no habrá diferencia entre lo virtual y lo real.
Habrá una invasión de etiquetas informativas
Gracias a la integración de chips en cualquier envase o envoltorio, incluyendo la vestimenta,las etiquetas informativas se convertirán en invisibles e inteligentes. La plastrónica, o electrónica del plástico, permitirá integrar una gran cantidad de información a los envases y a los textiles durante el proceso de fabricación, de manera que el usuario solo tendrá que pasar por encima un lector (por ejemplo su smartphone) para conocer información vital sobre el producto: las condiciones a las que se ha expuesto, la caducidad y las características bioquímicas si se trata de un alimento.
No más análisis médicos
La impresión funcional de sensores sobre materiales textiles, hará que los baumanómetros, pulsómetros y glucómetros, entre otros dispositivos médicos, ya no sean necesarios para que el especialista mida los parámetros vitales del cuerpo humano. Eso ofrecerá la posibilidad de integrar en la vestimenta, elementos que cuidarán nuestra salud cuando llevemos esas prendas, como es el caso de las camisetas para hacer deportes, con pulsómetro incorporado, o las batas de hospital que midan constantemente la presión arterial y el nivel de azúcar en sangre del paciente. En un futuro cercano, tampoco hará falta desplazarse a la consulta de atención primaria para realizar una extracción de sangre o un análisis de orina. No hará falta que vayamos al médico, porque un sistema que hará recomendaciones en tiempo real, controlará todas nuestras variables fisiológicas y nuestros hábitos de vida. Nos dirá qué tenemos que hacer, o qué medicamento debemos tomar, a partir de toda nuestra información sobre variables fisiológicas como presión, ritmo cardíaco, cantidad de pasos que damos o los alimentos que ingerimos.
Adiós a la lista del mandado
Los adultos del mañana ya no tendrán el quebradero de cabeza de hacer la lista de la compra gracias a los refrigeradores inteligentes. No hará falta que vayamos a hacer la compra, porque el ‘refri’ realizará de forma automática los pedidos al supermercado basándose en lo que hemos consumido y en los productos que se han terminado o en los hábitos alimenticios que tengamos. Y la comida, en vez de que la entregue un repartidor nos llegará en un dron.
Los miopes no usarán gafas y nadie tendrá que operarse de cataratas
Parte de esto ya es posible, pero en el futuro podremos ir corrigiendo defectos según se produzcan. Se están desarrollando gafas electrónicas de autoenfoque que resolverán el problema de visión a los miopes y presbiopes del futuro. Y eso no es todo. El desarrollo de lentes de contacto biónicas que permiten triplicar la calidad de la visión podrían hacer olvidar las gafas y las lentillas tradicionales, sobre todo en el caso de patologías oculares. Tampoco tendremos que operarnos de cataratas, puesto que bastará ponerse unas gotas en el ojo para resolver el problema.
No tendrá que aprender otros idiomas
En el futuro ya nadie se excusará por no hablar un idioma. Aprender otras lenguas no será necesario. Se podrá conversar con la ayuda de un traductor automático. De momento, ya conocemos las apps que facilitan el proceso de aprendizaje, pero el siguiente paso será (gracias a las mejoras en los dispositivos de traducción simultánea) olvidarse por completo de los idiomas distintos al propio.