El futuro del régimen cubano

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El futuro del régimen cubano

A partir de la muerte de Fidel Castro se ha comenzado a debatir el futuro político de la isla, ya que algunos analistas ven en la ausencia del otrora dictador, la oportunidad perfecta para impulsar reformas democráticas en Cuba. Sin embargo, dicho debate se tiene que dar dentro de parámetros realistas.

En principio, la muerte de Fidel no altera el actual escenario político de Cuba, porque en la práctica se había convertido en un personaje marginal en la toma de decisiones del Gobierno, por lo que en el corto plazo es difícil que se presenten grandes cambios en la forma en que se dirigen los asuntos públicos de la isla.

Pero la muerte de Fidel y el envejecimiento de la clase gobernante de Cuba, muestra que el régimen dictatorial ha sido incapaz de renovarse, lo cual pone en peligro su propia viabilidad en el mediano plazo y ofrece la oportunidad para que se empujen reformas paulatinas en el esquema de Gobierno de la isla.

Aun así, se debe considerar que, por las características de Cuba, se antoja complicado que desde los casi inexistentes grupos de ciudadanos opositores se puedan empujar cambios, ya que no tienen los recursos, ni las conexiones que son necesarios para hacer llegar su mensaje a un número considerable de ciudadanos. Además, se debe considerar que los ciudadanos cubanos no conocen otras alternativas de Gobierno, ya que la inmensa mayoría de los mismos nacieron después de instalado el régimen. 

Es decir, que derivado de otras experiencias de procesos de transición de la dictadura a la democracia que se han dado en el mundo, es más probable que estos cambios sean empujados desde el interior del régimen por algunos grupos que sean más afines a liberalizar la forma de Gobierno. También se abrirá la puerta para que desde el exterior, algunos países y organizaciones internacionales presionen al régimen cubano para que siga con el proceso de liberalización social y económica. No en vano en los últimos años la isla ha permitido la incorporación paulatina de su población a la lógica del libre mercado. 

Independientemente del tiempo en que se tarden en comenzar dichos cambios, lo cierto es que a Cuba le urgen reformas de fondo. Por ejemplo, es imposible hoy alabar el sistema educativo cubano, cuando prácticamente toda su población es digitalmente analfabeta, ya que carecen de un adecuado acceso a Internet. Dicho de otra manera, la educación de Cuba es buena para los estándares de 1950, pero no para los de la actualidad. 

En resumen, la Cuba que forjó Fidel se antoja insostenible en el mundo de hoy en día y su muerte, lo queramos o no, propiciará debates dentro y fuera de Cuba acerca del futuro del régimen. De hecho, también constituye la oportunidad perfecta para que desde el régimen se empujen los cambios que eviten que cuando Raúl Castro ya no pueda ejercer el poder, las reivindicaciones de cambio desborden en actos violentos.

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@victorsanval