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El final de López se encuentra próximo. Y será inevitable
Es aún, sin espacio alguno para la duda, una estrella en ascenso. La credibilidad inicialmente ganada es suficiente para persuadir al respetable de seguirle creyendo y, en consecuencia, pasar por alto sus yerros, sus dislates, sus datos falsos.
El público, por lo demás, quiere creerle porque su mercancía es, en esencia, la esperanza. Y en tiempos de pandemia, quien vende esperanza es un vendedor exitoso, incluso si no posee habilidades de marketing.
Pero este López sin duda las tiene y de sobra. ¡Es un rockstar! Ya lo dijo una revista (fifí) del corazón… bueno: a última hora se rajó y ya no usó lo de rockstar, pero lo puso en su portada bajo el todavía pegador título de “el inesperado hombre del momento”.
—Aaaaaaah… ¡usted se refería a López-Gatell! —observará raudo y veloz un lector puntilloso.
Pues si usted estaba pensando en otro López, a lo mejor le traicionó el subconsciente. Acá nos estábamos refiriendo al cronista oficial de la pandemia, al exitoso narrador de una historia improbable, al maestro de ceremonias del más mediático de todos los programas de entretenimiento de la T4: ¡A MC Gateeeeeeeeell!
—Pero, ¿cómo es eso de “va a caer”? ¡Si es el hombre del momento! ¡El mejor publirrelacionista de un gobierno alicaído! ¡Si ya hasta lo andan candidateando para “la grande” —espetará nuevamente el interlocutor.
Pues justamente por eso. Mister Gatell corre el serio riesgo de “morir de éxito”, de caer víctima de su inusitada popularidad, de ser sacrificado en el altar de la patria… ¡porque no se trataba de esto!
Me explico: en el mundo binario del presidente López Obrador, en el cual todo es, o blanco -absolutamente blanco-, o negro -absolutamente negro-, es decir, un mundo en el cual no existen los matices, el subsecretario López-Gatell tiene (tenía) una función muy específica… y no la ha cumplido.
Conviene, para tener una mejor perspectiva sobre esta afirmación, recordar lo dicho por el Iluminado de Macuspana el 16 de abril pasado -en su acostumbrada homilía matutina transmitida desde Palacio Nacional- a propósito del papel del Dr. Gatell en la nueva historia patria:
“Todo este equipo (el de los especialistas de la salud) lo conduce, lo dirige el doctor, que es el maestro de muchos de ellos, Jorge Alcocer, secretario de Salud. Él es el maestro, pero uno de sus alumnos, además de que es un profesional de primer orden, tiene facilidades para exponer y él nos ha venido ayudando y lo ha hecho muy bien, a él le toca dar a conocer este informe. Es una propuesta de los especialistas, de los científicos mexicanos”.
Es decir: López-Gatell es un vocero eficaz a quien le hemos dado el uso de la palabra, pero no se vayan con la finta: él no es “el bueno”, el bueno es el Secretario, su jefe, el doctor… o sea, el maestro de López-Gatell… el mero-mero… este gran científico… ustedes saben bien quién es, ¿no?
La acotación -absolutamente innecesaria- de míster Yo Siempre Tengo Otros Datos tenía solo un propósito: recordarle a Gatell su lugar. Pero él ha seguido sin hacer caso.
Me explico más detalladamente: la dicotomía sólo funciona si la moneda con la cual se echa la suerte cuenta con dos caras absolutamente diferentes y mutuamente excluyentes. En caso contrario, el efecto deseado -adhesión absoluta a uno de los lados y rechazo absoluto al otro- es imposible.
En otras palabras: en el mundo megalómano de nuestro mesías tropical una de las caras (la de él) es la responsable de dar las buenas noticias. La otra (Gatell) debe cargar con el costo de dar las malas. Y sólo si el reverso de la moneda cumple su función, el anverso brilla como se desea.
Pero Gatell se las ha arreglado para no ser el villano de la película, sino “el hombre confiable” de la T4, el individuo cuya voz transmite confianza, la persona a quien podemos creerle porque es un científico… aunque de vez en vez cometa dislates propios más bien de un intelectual orgánico.
De forma involuntaria -o a propósito- el Subsecretario se ha negado a cumplir el papel de “fusible” y, lejos de tal posibilidad, se ha revelado como un individuo capaz de conectar con la gente de manera eficaz… ¡relegando al Presidente a un segundo plano!
Eso, para el ego híper inflamado de López Obrador es absolutamente inaceptable y por ello al Presidente le urge tanto dejar atrás la contingencia e incluso ayer ya le puso fecha: el 6 de mayo será el punto más alto de la pandemia y a partir de ahí comenzará el descenso… y Gatell podrá regresar a su oscuro cubículo.
¡Imposible!, dirán los ingenuos para quienes López-Gatell es una estrella refulgente de la T4 a la cual López Obrador debe estar sumamente agradecido. Todo lo contrario: ya se inventó nuevos “programas vespertinos” para relevarlo del foco central de la atención y lo de Javier Alatorre tan solo anticipa el futuro próximo: Gatell pasará de “héroe de la T4” a chivo expiatorio cuando comiencen a evidenciarse las costosas facturas de este episodio de la vida nacional. Guarden este tuit.
¡Feliz fin de semana!