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El ‘factor Putin’ irrumpe en la campaña entre Clinton y Trump
El robo y publicación por Wikileaks de correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata (DNC, en sus siglas inglesas) ha costado el cargo a su jefa, la congresista Debbie Wasserman Schultz. Ha ensombrecido el inicio de la convención del partido en Filadelfia, que esta semana proclamará candidata a Hillary Clinton. Ha desatado teorías, sustentadas por varios experos independientes, de que la Rusia de Vladímir Putin está detrás de la operación. Y ha puesto en foco en los vínculos rusos entre el candidato republicano a las elecciones de noviembre, Donald Trump.
Este lunes el FBI ha abierto una investigación sobre la posible intervención de las agencias de inteligencia rusas en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
“Nos tomamos muy en serio una acción de este tipo, y el FBI continuará investigando y pidiendo cuentas a quienes supongan una amenaza en el ciberespacio”, dijo el FBI, la Oficina Federal de Investigaciones, en un comunicado.
Los emails entre responsables del Comité Nacional Demócrata —la central del partido, el organismo que actúa como secretariado— revelan que algunos de sus jefes actuaron a favor de Clinton en el proceso de elecciones primarias que la enfrentaron al senador Bernie Sanders. Clinton ganó la nominación, tras cinco meses de primarias, con más de tres millones de votos de ventaja. Pero Sanders y sus partidarios siempre sospecharon que el DNC no había cumplido con su papel de árbitro neutral.
La campaña de Clinton ha apuntado a Rusia como responsable del robo y distribución de información. Varios expertos independientes señalan a las agencias de espionaje FSB (heredera del KGB) y GRU (espionaje militar). Los partidarios de Trump desechan cualquier implicación y hablan de absurdas teorías conspirativas.
En una rueda de prensa en Filadelfia, Brian Fallon, portavoz de Clinton, señaló a las afinidades entre Trump y Putin.
Trump es admirador declarado de Putin, y ha sugerido que, si Rusia ataca a un aliado de la OTAN, EE UU no se sentirá obligado a defenderlo. Paul Manafort, el jefe de la campaña de Trump, fue consultor del antiguo gobierno proruso de Ucrania. En la convención republicana de la semana pasada, los partidarios de Trump lograron eliminar una petición de armar a los ucranianos contra Rusia.
“Está claro que, aunque Hillary Clinton fue la administradora del desastroso reset con Rusia [el reinicio de las relaciones con Moscú cuando Clinton era secretaria de Estado], Donald Trump tiene una debilidad por los hombres fuertes, incluso por hombres fuertes con apetito por conquistar a sus vecinos. Una elección fácil para Putin”, dice por correo electrónico Danielle Pletka, vicepresidenta para estudios de política exterior y de defensa en el laboratorio de ideas conservador American Enterprise Institute.
Lo llamativo de la sintonía entre Trump y Putin es que Trump lidera el Partido Republicano, que tradicionalmente ha sido el más duro con la URSS y después con Rusia. Durante la Guerra Fría los republicanos sembraban sospechas de que elementos del Partido Demócrata simpatizaban con los rusos. Los papeles se han invertido.
Pletka no recuerda precedentes de una implicación semejante de Rusia en la política de EE UU. “No hay precedentes graves de interferencia directa”, dice. “Obviamente, la Unión Soviética tenía sus espías y agentes en EE UU, que tenía preferencias por un partido sobre otro, pero tan descarado… No puedo pensar en un caso, si la acusación es cierta”.