El escaño inutilizado que tiene Coahuila
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El escaño inutilizado que tiene Coahuila
Hace tres años que Coahuila tiene inutilizado un escaño de legislador en el Senado de la República porque su ‘dueño’, Braulio Fernández Aguirre, ni la ejerce ni la deja vacante.
Para dimensionar: de 50 sesiones realizadas en la Cámara de Senadores este año, entre el 3 de febrero y el 12 de noviembre, Braulio asistió a 26 y faltó a 24. Sin embargo aquí viene lo preocupante: desde el 8 de octubre no se aparece por el recinto parlamentario y acumula 10 inasistencias en fila.
Y eso, de acuerdo con el Reglamento del Senado de la República, lo coloca al borde de una sanción pues el artículo 62 dice que “las inasistencias por causa de enfermedad se justifican hasta por un máximo de 10 sesiones consecutivas”.
¿Qué pasará la próxima semana, en caso de que no vaya otra vez a sesión y acumule su onceava falta sucesiva? Si se encuentra impedido físicamente, ¿con qué argucia legal buscará justificar lo injustificable?
Ahora bien, Coahuila no es una entidad aislada de la Federación. Su Gobierno del Estado y los 38 municipios requieren del apoyo de sus representantes populares para cabildear recursos públicos federales, por ejemplo. Así está organizado el sistema político y para eso celebramos elecciones cada seis años. El estado, por tanto, no puede prescindir de un representante fundamental.
¿Tan pocas expectativas tienen los ciudadanos del trabajo de un senador y por ello no se pronuncian al respecto?, ¿tan poco valoran las autoridades locales esa pieza del ajedrez político?, ¿tanto apasionamiento electoral cada sexenio para terminar con una butaca vacía?, ¿por qué su partido, el PRI, no mueve pieza?
Argumentarán en defensa de Braulio que ganó el cargo en las urnas al quedar en segundo lugar de la votación en 2012 y, por lo mismo, alcanzó un sitio de primera minoría por ocupar la primera posición de la fórmula que integró junto a Hilda Flores.
Si se tratase de un asunto entre particulares, en una relación laboral de la iniciativa privada, tal vez habría mayor condescendencia por su condición (74 años de edad y con problemas de salud desde la campaña). Pero es uno de los 128 privilegiados con un asiento en la máxima tribuna de la nación y, como tal, debe aprovecharse. Su ausencia representa una casa de gestoría menos. No existe como vehículo a través del cual proponer iniciativas ciudadanas, por más que cuente Coahuila con otros dos senadores de mayoría (Luis Fernando Salazar, Silvia Garza) y una plurinominal (Hilda Flores).
Y dejando a un lado inasistencias, la producción legislativa de Braulio ha sido paupérrima; tanto que se ubica en el lugar 124 de 128 en participaciones ante el Pleno del Senado (VANGUARDIA, 11/10/15).
Por lo demás, en las votaciones donde sí ha levantado la mano el 99% ha sido a favor (589) y sólo uno en contra (6). Es decir, no hay debate ni propuesta de su parte. Las discusiones de las reformas a la Constitución que impulsó el Presidente durante 2013 y 2014, por citar un caso, le pasaron de noche.
¿Cuánto ha perdido Coahuila en ese tiempo?, ¿se puede materializar?, ¿es calculable?, ¿a qué le debemos dar prioridad; a las instituciones, o las personas?
Cortita y al pie
El Senado, cabe señalar, nació en Roma como una institución integrada por personas en la etapa de la senectud, de ahí adopta su nombre. Ancianos, presumiblemente sabios, deliberaban sobre los problemas del Imperio.
Pero su ritmo de trabajo era diferente. No había sesiones cada cuatro días. Ni comisiones. Ni cabildeos.
La última y nos vamos
Acá, desde agosto 31 de 2015 que inició el Primer Periodo Ordinario de sesiones a la fecha, Braulio sólo ha ido a siete de 23 convocatorias. Al 30% del total. ¿Por qué es importante ‘recuperar’ esa silla inutilizada?
Porque allá se reparte el pastel. En la capital de la República se quiebra la piñata.
Busque usted mismo: no encontrará otro caso similar en el País. Como tantas otras veces, Coahuila dando la nota negativa.
@luiscarlosplata